VATICANO,
En la primera audiencia general de 2011 celebrada en el Aula Pablo VI, el Papa Benedicto XVI alentó a los fieles a testimoniar con alegría y con toda la vida a Dios, que se hace niño en Navidad para la salvación de todos.
El Papa señaló que la Navidad es "una fiesta que sigue fascinando, porque todos intuyen de alguna manera que el nacimiento de Jesús está relacionado con las aspiraciones y esperanzas más profundas del hombre".
"En las celebraciones litúrgicas de estos días santos hemos vivido de un modo misterioso pero real la entrada del Hijo de Dios en el mundo y hemos sido iluminados una vez más por la luz de su fulgor. Cada celebración es presencia actual del misterio de Cristo y en ella se prolonga la historia de la salvación".
El Santo Padre destacó que "celebrar los acontecimientos de la Encarnación del Hijo de Dios no es simplemente recodar hechos pasados, sino hacer presentes los misterios que traen la salvación. En la liturgia, en la celebración de los sacramentos, aquellos misterios se hacen presentes y son eficaces para nosotros, hoy".
"La Navidad es ya la primicia del ‘sacramentum-mysterium paschale’, es decir el inicio del misterio central de la salvación que culmina en la pasión, muerte y resurrección, porque Jesús comienza a ofrecerse a sí mismo por amor desde el primer momento de su existencia humana en el seno de la Virgen María. El mismo pesebre, como imagen de la Encarnación del Verbo, a la luz de la narración evangélica, ya alude a la Pascua".
Benedicto XVI dijo luego que "la Encarnación y la Pascua no están una junto a la otra, sino que son los dos puntos claves inseparables de la única fe en Jesucristo, el Hijo de Dios Encarnado y Redentor. Cruz y Resurrección presuponen la Encarnación. En esta perspectiva unitaria del Misterio de Cristo, la visita al pesebre orienta a la visita a la Eucaristía, donde encontramos realmente presente a Cristo crucificado y resucitado, a Cristo viviente".