VATICANO,
Al presidir el saludo a la Inmaculada Concepción ayer por la tarde en la Plaza España en Roma, el Papa Benedicto XVI señaló que el mensaje de la Virgen María para todos es abrirse al Espíritu Santo para llegar al destino final totalmente inmaculados, libres del mal.
En el homenaje ante la imagen de la Virgen María colocada sobre una columna enfrente de la Embajada de España ante la Santa Sede, el Santo Padre señaló que "estamos aquí reunidos en torno a este histórico monumento, que hoy está todo rodeado de flores, signo del amor y de la devoción del pueblo romano por la Madre de Jesús. Y el regalo más bello que le ofrecemos es nuestra oración, la que llevamos en el corazón y que confiamos a su intercesión".
"Pero cuando venimos aquí, especialmente en esta celebración del 8 de diciembre, es mucho más importante lo que recibimos de María, respecto a lo que le ofrecemos. Ella nos da un mensaje destinado a cada uno de nosotros, a la ciudad de Roma y al mundo entero".
"También yo, que soy el Obispo de esta Ciudad, vengo para escuchar ¿Y qué nos dice María? Nos habla con la Palabra de Dios, que se hizo carne en su seno. Su ‘mensaje’ no es otro que Jesús. María nos dice que todos estamos llamados a abrirnos a la acción del Espíritu Santo para poder llegar, en nuestro destino final, a ser inmaculados, plena y definitivamente libres del mal".
Benedicto XVI resaltó que "este es el mensaje de María, y cuando vengo aquí, en esta festividad, me conmueve, porque siento que está dirigido a toda la Ciudad, a todos los hombres y mujeres que viven en Roma: también a quien hoy no se acuerda siquiera que es la Fiesta de la Inmaculada; a quien se siente solo y abandonado. La mirada de María es la mirada de Dios sobre cada uno de nosotros. Ella nos mira con el amor mismo del Padre y nos bendice".
"La Madre nos mira como Dios la miró a ella, humilde muchacha de Nazaret, insignificante a los ojos del mundo pero elegida y preciosa para Dios. Reconoce en cada uno la semejanza con su Hijo Jesús, ¡aunque nosotros seamos tan diferentes! ¿Pero quién mejor que ella conoce el poder de la Gracia divina? ¿Quién mejor que ella sabe que para Dios nada es imposible?".