VATICANO,
En la audiencia general de este miércoles, el Papa Benedicto XVI habló sobre Santa Juliana de Norwich, mística inglesa que vivió aproximadamente entre 1342 y 1430. De esta entregada mujer, los católicos pueden aprender que Dios es amor y toda persona necesita de él para lograr la alegría y la paz verdaderas. Además, Dios siempre supera cualquier expectativa humana.
Los años de esta Santa fueron "difíciles para la Iglesia, desgarrada por el cisma después del regreso del Papa de Aviñón a Roma, y para la vida de las personas que sufrieron las consecuencias de una larga guerra entre el reino Inglaterra y el de Francia", dijo el Papa.
El Santo Padre recordó luego que en 1373, cuando Juliana enfermó gravemente, recibió 17 revelaciones, centradas en el amor de Dios. "Inspirada por el amor divino, optó por una decisión radical. Como una antigua anacoreta, eligió vivir dentro de una celda, situada cerca de la iglesia titulada a san Julián, en la ciudad de Norwich", prosiguió.
Benedicto XVI afirmó que los "anacoretas se dedicaban a la oración, a la meditación y al estudio. De este modo, tenían una gran sensibilidad humana y religiosa, que causaba admiración en la gente. Hombres y mujeres de todas las edades y condiciones, deseosas de consejos y de consuelo, las buscaban devotamente".
Seguidamente el Papa resaltó que "las mujeres y los hombres que se retiran a vivir en compañía de Dios, gracias a esta elección, adquieren un gran sentido de compasión por las penas y la debilidad de los demás. Amigas y amigos de Dios, tienen una sabiduría que el mundo, del que se alejan, no posee, y con amabilidad, la comparten con quienes llaman a su puerta".
El Santo Padre expresó entonces su "admiración y gratitud a los monasterios de clausura femeninos y masculinos, que hoy más que nunca, son oasis de paz y esperanza, un tesoro precioso para toda la Iglesia, sobre todo para hacer hincapié en la primacía de Dios y en la importancia de una oración intensa y constante para el camino de la fe".