VATICANO,
Al presidir el rezo del Ángelus dominical, el Papa Benedicto XVI resaltó que la esperanza es una actitud profundamente humana y que justamente a partir de aquello que esperamos puede medirse la estatura moral y espiritual del hombre.
A pesar de las lluvias de inicio de invierno, un nutrido número de fieles y peregrinos se dio cita este mediodía (hora local) en la Plaza de San Pedro para rezar el Ángelus dominical con el Santo Padre que definió el tiempo de Adviento que se inicia hoy como un tiempo en que “se mira hacia la primera venida del Hijo de Dios, cuando nació de la Virgen María” y se espera “su regreso glorioso, cuando vendrá a juzgar a vivos y muertes”.
En seguida el Santo Padre afirmó que el tema de la “espera es un aspecto profundamente humano en el que la fe se hace, por así decir, un todo en uno con nuestra carne y nuestro corazón”.
“La espera es una dimensión que atraviesa toda nuestra existencia personal, familiar y social. Está presente en miles situaciones, aquellas más pequeñas y banales y aquellas más importantes, que nos involucran totalmente y con profundidad. Se podría decir que el hombres está vivo mientras espera, mientras que en su corazón viva la esperanza. Y de sus expectativas el hombre se reconoce: nuestra ‘estatura’ moral y espiritual se puede medir a partir de aquello que esperamos”, dijo el Papa.
Asimismo hizo una invitación a que cada persona, durante el tiempo que nos prepara a la Navidad, se pregunte “¿Qué cosa espero? ¿Hacia qué cosa, en este momento de mi vida, está dirigido mi corazón?”.
Reflexionando sobre la espera comunitaria agregó: “en el tiempo que antecede al nacimiento de Jesús, en Israel la espera de un Mesías era fuertísima, de un Consagrado, descendiente del Rey David que habría finalmente liberado al pueblo de toda esclavitud moral y política e instaurado el Reino de Dios. Pero nadie habría nunca imaginado que el Mesías pudiera nacer de una humilde joven como María”.