VATICANO,
En la audiencia general de hoy el Papa Benedicto XVI habló sobre Santa Juliana de Cornillon, que contribuyó a la institución de la solemnidad del Corpus Christi. De ella, explicó, se puede aprender el profundo amor a Cristo en la Eucaristía con quien todo fiel debe encontrarse en la Misa dominical y en la adoración eucarística para transformar con el amor la propia vida.
En la Plaza de San Pedro y ante miles de fieles presentes, el Papa refirió que nacida cerca de Lieja (Bélgica), a finales del siglo XII, huérfana a los cinco años, Juliana "fue confiada al cuidado de las religiosas agustinas del convento-leprosería de Mont-Cornillon", tomando más tarde el habito agustino y llegando a ser priora del mismo.
El Pontífice explicó que Santa Juliana "poseía una notable cultura y un sentido profundo de la presencia de Cristo, que experimentaba viviendo de modo particularmente intenso el Sacramento de la Eucaristía".
A los 16 años tuvo una visión que la llevó a comprender la necesidad de instituir la fiesta del Corpus Cristi, "para que los creyentes adoraran la Eucaristía para aumentar su fe, avanzar en la práctica de las virtudes y reparar las ofensas al Santísimo Sacramento".
Juliana "confió la revelación a otras dos fervientes adoradoras de la Eucaristía" y las tres "establecieron una especie de ‘alianza espiritual’, con el propósito de glorificar el Santísimo Sacramento".
Benedicto XVI señaló que el obispo de Lieja, Robert de Thourotte, tras algunas dudas iniciales, aceptó la propuesta de Juliana y sus compañeras, e instituyó por primera vez, la solemnidad del Corpus Christi en su diócesis. Más tarde, otros obispos lo imitaron, estableciendo la misma fiesta en los territorios confiados a sus cuidados pastorales.