VATICANO,
En la Audiencia General de este miércoles, el Papa Benedicto XVI se refirió a su reciente viaje a España, en donde llegó a las ciudades de Santiago de Compostela en ocasión del Año Santo Compostelano o Xacobeo; y a Barcelona en donde dedicó la ahora Basílica Menor de la Sagrada Familia, obra del arquitecto Antoni Gaudí. En su catequesis reiteró la necesidad de que Europa se abra a Dios, de armoniar la fe y la razón, y de defender la vida y la familia constituida sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer.
En el Aula Pablo VI y ante miles de fieles presentes, el Papa dijo que "fui allí para confirmar en la fe a mis hermanos y lo hice como testigo de Cristo resucitado, como sembrador de la esperanza que no defrauda y no engaña".
Desde la ceremonia de bienvenida en Santiago de Compostela el sábado 6 de noviembre, continuó el Santo Padre, tuvo "la oportunidad de experimentar el amor que las gentes de España nutren hacia el Sucesor de Pedro. En este Año Santo Compostelano, he querido hacerme peregrino junto con cuantos, muy numerosos, visitan ese célebre santuario".
En la catedral de Compostela, "dando con emoción el abrazo tradicional al Santo, pensé en cómo este gesto de acogida y amistad es un signo fuerte de la voluntad de cumplir el mensaje apostólico, que, por una parte, nos compromete a ser custodios fieles de la Buena Nueva que los apóstoles nos han transmitido, sin caer en la tentación de alterarla, disminuirla o doblegarla a otros intereses, y, por otra, nos transforma en incansables mensajeros de la fe en Cristo, a través de la palabra y el testimonio de la vida en todos los ámbitos de la sociedad".
El Santo Padre se refirió a las razones que llevan a las personas a hacer el Camino de Santiago: "en tiempos de desamparo, de búsqueda, de dificultades, al igual que cuando se aspira a fortalecer la fe y a vivir con más coherencia, los peregrinos a Compostela emprenden un profundo itinerario de conversión a Cristo, que asumió sobre sí la debilidad, el pecado de la humanidad, las miserias del mundo, llevándolas allí donde el mal ya no tiene poder y la luz del bien ilumina todo. Es un pueblo de caminantes silenciosos procedentes de todo el mundo que redescubren la antigua tradición medieval y cristiana de la peregrinación, atravesando pueblos y ciudades impregnados de catolicismo".
"La fe en Cristo da sentido a Compostela, un lugar espiritualmente extraordinario, que sigue siendo un punto de referencia para la Europa de hoy. Preservar y fortalecer la apertura a lo trascendente, así como un diálogo fecundo entre fe y razón, entre política y religión, entre economía y ética, permitirá construir una Europa que, fiel a sus imprescindibles raíces cristianas, responda plenamente a su vocación. Por eso, convencido de las inmensas posibilidades del continente europeo y confiado en su futuro de esperanza invité a Europa a abrirse cada vez más a Dios, favoreciendo así las perspectivas de un encuentro real, respetuoso y solidario con los pueblos y las civilizaciones de otros continentes".