ROMA,
El Presidente del Instituto para las Obras de Religión (IOR), Ettore Gotti Tedeschi, responde a quienes critican la Iglesia Católica en el aspecto económico y explica que los bienes temporales deben ser cada vez mejor administrados, sobre todo cuando son utilizados para hacer obras de las cuales se benefician millones de personas, como las que hacen los católicos en todo el mundo.
Gotti Tedeschi –a quien la Santa Sede ha expresado su respaldo ante una investigación de la fiscalía de Roma por supuesto lavado de dinero, hecho que ha considerado como un ataque a la Iglesia y al Vaticano– escribe un artículo en L’Osservatore Romano en el que recuerda que "los tiempos actuales son influenciados por una fase acelerada de globalización y una crisis económica que no se resolverá en breve".
El director del banco vaticano, que se encontró con el Papa Benedicto XVI el pasado 26 de septiembre a quien entregó un ejemplar de su libro "Dinero y paraíso: Los católicos y la economía global", explica en su artículo que los dos factores mencionados "exigen la adaptación a nuevas exigencias de comportamiento, también de parte de diversos entes económicos de la Iglesia".
Estas entidades, explica, deben adoptar estas exigencias "para optimizar con eficacia, la gestión del uso de los recursos necesarios para las obras de religión, administradas directamente o a través de las estructuras de los mismos entes, congregaciones o diócesis, para que su acción no se debilite ante incertidumbres y nuevos posibles riesgos".
Tras explicar que para que este proceso transcurra adecuadamente es imprescindible la "transparencia en las actividades financieras", el prestigioso economista señala que esta tarea debe realizarse en la Iglesia "sin modificar la propia naturaleza jurídica, única en el mundo y necesaria para la propia misión" pero teniendo en cuenta que esta naturaleza debe salvaguardarse "con el mejoramiento de las capacidades operativas, de modo ejemplar y coherente con el necesario espíritu ético que debe distinguir el comportamiento general".
"Esta actitud de disponibilidad es indispensable para facilitar la participación en el proyecto de construcción de aquella sociedad global auspiciada por Benedicto XVI y por la cual trabajan sus más estrechos colaboradores, y para garantizar, en las actividades temporales, una presencia incisiva de los valores cristianos".