VATICANO,
En su encuentro con los sacerdotes, religiosos y seminaristas ayer en Palermo, el Papa Benedicto XVI recordó la centralidad de la oración cotidiana y de la Eucaristía, fundamentalmente, para poder dar a Cristo a los demás especialmente a los jóvenes.
Dirigiéndose a los sacerdotes, el Papa los animó a "ser siempre hombres de oración, para ser también maestros de oración" y les recordó que "no es fácil mantenerse fieles a estas citas cotidianas con el Señor, sobre todo hoy que el ritmo de vida se ha hecho frenético y las ocupaciones nos absorben cada vez más. No obstante, debemos convencernos: el momento de la oración es fundamental".
"En ella actúa con más eficacia la gracia divina, dando fecundidad al ministerio. Muchas cosas nos presionan, pero si no estamos interiormente en comunión con Dios no podemos dar nada, ni siquiera a los demás".
Tras resaltar que "la Eucaristía es la fuente y la cumbre de toda la vida cristiana", el Papa cuestionó "si lo es en la vida sacerdotal, ¿cuánta atención ponemos en prepararnos a la Santa Misa, al celebrarla, cuando permanecemos en adoración? Nuestras iglesias, ¿son verdaderamente ‘casa de Dios’ donde su presencia atrae a la gente, que lamentablemente hoy con frecuencia siente la ausencia de Dios?".
Benedicto XVI recordó también que el "sacerdote encuentra siempre, y de manera inmutable, la fuente de su propia identidad en Cristo sacerdote. No es el mundo el que determina su estatus según las necesidades y las concepciones de los roles sociales. El sacerdote está para los fieles: los anima y los sostiene en el ejercicio del sacerdocio común de los bautizados, en su camino de fe, en el cultivo de la esperanza, en el vivir la caridad, el amor de Cristo".
"Queridos sacerdotes, tened siempre una particular atención por el mundo juvenil. Como dijo en esta tierra el venerable Juan Pablo II, ¡abrid de par en par las puertas de vuestras parroquias a los jóvenes, para que puedan abrir las puertas de su corazón a Cristo! ¡Que no las encuentren nunca cerradas!".