LONDRES,
En su visita de cortesía al arzobispo de Canterbury y líder de la iglesia anglicana, Rowan Williams, el Papa Benedicto XVI resaltó que el diálogo ecuménico en búsqueda de la unidad no puede traicionar la Verdad.
En su discurso en el Lambeth Palace, el Santo Padre recordó el martirio de Santo Tomás en la catedral de Canterbury, en donde hace 30 años Juan Pablo II y el arzobispo Robert Runcie rezaron por la unidad: "continuamos hoy orando por este don, conscientes de que la unidad que Cristo deseó fervientemente para sus discípulos sólo llegará en respuesta a la oración, a través de la acción del Espíritu Santo, que renueva sin cesar a la Iglesia y la conduce a la plenitud de la verdad", añadió.
Tras alabar el diálogo entre anglicanos y católicos, el Santo Padre resaltó la importancia que tiene para los cristianos "la posibilidad de explorar, junto a los miembros de otras tradiciones religiosas, formas de dar testimonio de la dimensión trascendente de la persona humana y de la vocación universal a la santidad, poniendo en práctica la virtud en nuestra vida personal y social. La cooperación ecuménica en esta tarea sigue siendo esencial, y ciertamente dará frutos en la promoción de la paz y la armonía en un mundo que, con tanta frecuencia, corre el riesgo de fragmentarse".
El Papa también alentó a dar testimonio común de Cristo y a ser "fieles a la voluntad del Señor, tal como se expresa en este pasaje de la Primera Carta de San Pablo a Timoteo" reconociendo "que la Iglesia está llamada a ser inclusiva, pero nunca a expensas de la verdad cristiana. En esto radica el dilema que afrontan cuantos están sinceramente comprometidos con el camino ecuménico".
Benedicto XVI subrayó luego el ejemplo del Cardenal John Henry Newman, quien será beatificado el domingo y destacó que como pastor tuvo una visión eclesial que "creció con su formación anglicana y maduró durante sus muchos años como ministro ordenado en la Iglesia de Inglaterra".
"Él nos enseña las virtudes que exige el ecumenismo: por un lado, seguía su conciencia, aun con gran sacrificio personal; y por otro, el calor de su constante amistad con sus antiguos compañeros le condujo a investigar con ellos, con un espíritu verdaderamente conciliador, las cuestiones sobre las que diferían, impulsado por un profundo anhelo de unidad en la fe".