Edimburgo,
En su primer discurso en Reino Unido, el Papa Benedicto XVI recordó las profundas raíces cristianas y los valores que sostienen a Gran Bretaña y alentó a conservarlas y promoverlas ante algunas "formas más agresivas de secularismo" que ya no las "aprecian o siquiera toleran".
El Papa arribó esta mañana al aeropuerto internacional de Edimburgo, Escocia, en donde fue recibido por diversas autoridades locales. Luego se trasladó al Palacio Real de Holyroodhouse donde se realizó la ceremonia de bienvenida a las 11:00 a.m. (hora local) y se reunió con la Reina Isabel II en el Morning Room.
Al terminar esta reunión, Benedicto XVI se encontró con autoridades civiles, líderes católicos y anglicanos, así como con diversos parlamentarios escoceses a quienes recordó que "el nombre de Holyroodhouse, la residencia oficial de Vuestra Majestad en Escocia, recuerda la ‘Santa Cruz’ y evoca las profundas raíces cristianas que aún están presentes en todos los ámbitos de la vida británica. Los reyes de Inglaterra y Escocia han sido cristianos desde tiempos muy antiguos y cuentan con destacados santos, como Eduardo el Confesor y Margarita de Escocia".
Dirigiéndose a la Reina el Papa dijo que muchos de estos santos "ejercieron conscientemente sus tareas de gobierno a la luz del Evangelio, y de esta manera modelaron profundamente la nación en torno al bien".
"Resultó así que el mensaje cristiano ha sido una parte integral de la lengua, el pensamiento y la cultura de los pueblos de estas islas durante más de mil años. El respeto de sus antepasados por la verdad y la justicia, la misericordia y la caridad, os llegan desde una fe que sigue siendo una fuerza poderosa para el bien de vuestro reino y el mayor beneficio de cristianos y no cristianos por igual", agregó.
Tras mencionar otros ejemplos de fe vivida a cabalidad como William Wilberforce, David Livingstone, Florence Nightingale y el Cardenal John Henry Newman, el Santo Padre se refirió a los estragos del régimen nazi y señaló que "al reflexionar sobre las enseñanzas aleccionadoras del extremismo ateo del siglo XX, jamás olvidemos cómo la exclusión de Dios, la religión y la virtud de la vida pública conduce finalmente a una visión sesgada del hombre y de la sociedad y por lo tanto a una visión ‘restringida de la persona y su destino’".