VATICANO,
Al presidir esta mañana la Eucaristía en la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María en la iglesia parroquial de Santo Tomás de Villanueva en Castel Gandolfo, el Papa Benedicto XVI alentó a trabajar cotidianamente para que el mundo sea de Dios, quien con la Resurrección de Cristo pone al alcance de todos la posibilidad y el don de llegar a la eternidad.
Al iniciar su homilía el Santo Padre, señala Radio Vaticano, recordó que "hoy la Iglesia celebra una de las fiestas más importantes del año litúrgico dedicadas a María Santísima: la Asunción. Al término de su vida terrena, María fue llevada con alma y cuerpo al Cielo, es decir a la gloria de la vida eterna, en la plena y perfecta comunión con Dios".
Tras señalar que en este 2010 la Iglesia celebra además los 60 años del dogma establecido por el venerable Papa Pío XII el 1 de noviembre de 1950, sobre la Asunción de la Virgen, en la constitución apostólica Munificentissimus Deus, Benedicto XVI explicó que con él "creemos que María, como Cristo su Hijo, ya ha vencido la muerte y triunfa en la gloria celeste en la totalidad de su ser, ‘con alma y cuerpo’".
San Pablo, dijo luego, ayuda a comprender este misterio a partir del hecho central de la historia humana: la resurrección de Cristo, de la que se es partícipe a través del Bautismo.
Tras explicar que la victoria sobre la muerte tiene también su raíz en la fe de María, "que es obediencia a la Palabra de Dios y abandono total a la iniciativa y a la acción divina, según cuanto le anuncia el Arcángel", el Papa Benedicto precisó que "hoy no nos limitamos a admirar a María en su destino glorioso, como a una persona muy lejana a nosotros".
"¡No! –exclamó– Estamos llamados al mismo tiempo a ver cuanto el Señor, en su amor, ha querido también para nosotros, para nuestro destino final: vivir a través de la fe en la comunión perfecta de amor con Él y así vivir verdaderamente para siempre".