MÉXICO D.F.,
El Arzobispo de México, Cardenal Norberto Rivera, emitió ayer un pronunciamiento ante la declaración de constitucionalidad de la Suprema Corte de Justicia de la Nación con relación a las uniones entre personas del mismo sexo, en el que explicó que éstas son "intrínsicamente inmorales pues contradicen el proyecto divino". Dijo también que el fallo del citado tribunal es una aberración y resulta abusivo llamar matrimonio a este tipo de unión.
A continuación el pronunciamiento completo:
"Entonces éste exclamó: ‘Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Ésta será llamada mujer, porque del varón ha sido tomada’. Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne" (Cfr. Gen 2,23-24)".
Estas palabras, tomadas del libro del Génesis, nos colocan de frente al designio de Dios que creó la humanidad en la diferencia y complementariedad del hombre y la mujer. Es, pues, el primer himno de amor pronunciado hacia la mujer en el que se reconoce la igualdad y la diversidad, la identidad y la unidad; es el reconocerse dos y uno a la vez, simbolizando un contexto de alianza, de unión esponsal.
La comunión entre el hombre y la mujer, efectuada en el amor conyugal, lleva la realización del hacerse "una sola carne", que permite, incluso, hacerse otra carne. En efecto, la generación de los hijos revela que es carne de la madre y carne del padre, exaltando con ello que la unión matrimonial es unidad fecunda porque se acoge la diferencia y se reconoce la diversidad en el amor auténtico y no egoísta.
La doctrina cristiana del matrimonio, que hunde sus raíces en el libro del Génesis, aporta los presupuestos fundamentales para la comprensión adecuada del hombre y de la mujer, cuyos cuerpos poseen su "significado nupcial", que desafortunadamente a causa del pecado, de perversas ideologías modernas, es ensombrecido, manipulado y degenerado.