VATICANO,
En un comunicado dado a conocer por la Oficina de Prensa de la Santa Sede, ésta expresó su beneplácito, junto con el Papa Benedicto XVI, por la entrada en vigor de la convención que prohíbe las bombas racimo desde ayer domingo.
En el texto se señala que este documento "representa un paso significativo en el ámbito del desarme y del derecho humanitario internacional, así como un resultado de relieve para un multilateralismo basado en la cooperación constructiva entre actores gobernativos y no gobernativos así como sobre los lazos entre el derecho humanitario y los derechos humanos".
Asimismo, indica el comunicado, "además de colmar un grave vacío en el derecho humanitario, la Convención tiende a dar una respuesta fuerte y creíble a un problema que sigue siendo muy actual, no sólo por el continuo uso de las municiones de racimo, sino por el hecho de que estos artefactos pueden quedan sin estallar en el terreno, causando graves daños aún después de muchos años de su dispersión e impidiendo la reanudación de la vida cotidiana de la población civil".
Esta convención, explica el texto dado a conocer por Radio Vaticano, asegura el derecho a la asistencia a las víctimas, ofrece un motivo de esperanza a todos aquellos que han sufrido los efectos de las municiones de racimo, recordando luego que "la Santa Sede ha participado activamente en el proceso de Oslo, del cual manó la nueva Convención, habiendo sido una de las primeras en proponer la moratoria sobre el uso de estos artefactos y formando parte desde sus comienzos de los seis miembros del denominado Core Group: es decir, el grupo de Estados promotor de esta iniciativa".
La Santa Sede ha sido también uno de los primeros Estados en ratificar esta Convención, en la convicción de que la lógica de la paz es más fuerte que la lógica de la guerra, la cual en todos los casos debe tener como límite insuperable la protección y la tutela de la población civil y, en particular, de las personas más vulnerables.
En la Declaración de la Santa Sede, anexa al instrumento con el que ratifica la Convención se indica que "la actuación de la Convención representa un desafío legal y humanitario para el próximo futuro. Una actuación eficaz debería basarse sobre la cooperación constructiva de todos los actores gobernativos y no gobernativos y debería fortalecer el vínculo entre desarme y desarrollo".