VATICANO,
En su visita a la localidad italiana de Sulmona por el Año Jubilar Celestiniano en ocasión del 800° aniversario del nacimiento de Celestino V, el Papa Benedicto XVI sostuvo un especial encuentro con los jóvenes a quienes explicó que la oración, es decir la relación donde se cultiva la amistad con Dios, nunca es extraña a la realidad y es el secreto de la vocación de quienes deciden aceptar el llamado divino.
El Santo Padre alabó la "memoria histórica" de los jóvenes que poco antes se habían referido a Celestino V como un personaje que conservaba toda su actualidad. "Sin memoria, no hay futuro. Si hace tiempo se decía que la historia era maestra de vida, la cultura consumista actual tiende, en cambio, a clavar al ser humano en el presente, haciéndole perder el sentido del pasado, de la historia; pero así lo priva también de la capacidad de comprenderse, de percibir los problemas y de construir el futuro. Queridos jóvenes: quiero deciros que el cristiano es alguien que tiene buena memoria, que ama la historia y quiere conocerla".
Al referirse al legado de San Pedro del Morrone, Benedicto XVI resaltó algunas cualidades perennes como "la capacidad de escuchar a Dios en el silencio exterior y sobre todo interior", y explicó que "es importante aprender a vivir momentos de silencio interior a lo largo de nuestras jornadas para poder escuchar la voz del Señor".
"Estad seguros que si aprendemos a escuchar esa voz y a seguirla con generosidad no tenemos miedo de nada porque sabemos y sentimos que Dios está con nosotros. El secreto de la vocación está en la relación con Dios, en la oración. Y esto es válido sea antes de la decisión, o sea en el momento de decidir si emprender el camino, sea después, si queremos ser fieles y perseverar en el camino. San Pedro Celestino fue en primer lugar un hombre de oración, un hombre de Dios".
Seguidamente el Papa advirtió que "la oración verdadera no es absolutamente extraña a la realidad. Si rezar os alienase, os apartase de vuestra vida real estad en guardia: no es una oración de verdad".
"No se trata de multiplicar las palabras, sino de estar en presencia de Dios, haciendo nuestras, en la mente y en el corazón, las frases del Padre Nuestro, o adorando la Eucaristía, o meditando el Evangelio, o participando en la Liturgia. Todo esto no aparta de la vida, al contrario contribuye a que seamos realmente nosotros mismos en todos los ambientes, fieles a la voz de Dios que habla a la conciencia, libres de los condicionamientos del momento".