ROMA,
El Arzobispo de Colonia, Cardenal Joaquim Meisner, recordó a los sacerdotes de los cinco continentes que para un presbítero no puede haber algo más importante que la conversión del propio corazón porque solo así cumplirá con su misión de transmitir a Cristo.
El Purpurado ofreció la meditación “Conversión y Misión” ante unos cuatro mil presbíteros de todo el mundo reunidos en la basílica de San Pablo de Extramuros, una de las tres sedes del Encuentro Internacional con el que termina el Año Sacerdotal.
El Arzobispo destacó la importancia de que los sacerdotes dediquen tiempo a la confesión –tanto para administrar como recibir el sacramento- y consideró que una de las pérdidas “más trágicas que la Iglesia ha sufrido en la segunda mitad del siglo XX” es la pérdida “del Espíritu Santo en el sacramento de la reconciliación”.
“Cuando los fieles me preguntan: '¿Cómo podemos ayudar a nuestros sacerdotes?’ Yo siempre respondo: ‘Ve y confiésate’”, agregó el Arzobispo y precisó que “cuando el sacerdote ya no es el confesor se convierte en un trabajador religioso”.
Para el Purpurado no basta con querer “hacer solamente correcciones a las estructuras de nuestra Iglesia, para poder hacer un show más atractivo. ¡No es suficiente! Lo que se necesita es un cambio de corazón, de mi corazón. Sólo un Pablo convertido podía cambiar el mundo, no un ingeniero de estructuras eclesiásticas”.
Cuando el sacerdote lleva “el estilo de vida de Jesús”, llega “a ser percibido por los demás. El obstáculo más grande para permitir que Cristo sea recibido por nosotros, por otros, es el pecado. Previene la presencia del Señor en nuestras vidas y, por lo tanto, para nosotros no hay nada más necesario para la conversión, y esto, también para la misión”.