ROMA,
El sábado 29 de mayo, en el altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro, el promotor de justicia de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Mons. Charles Scicluna, señaló, citando un comentario de San Gregorio Magno sobre el Evangelio de San Marcos, que quienes han cometido abusos sexuales contra menores "sin lugar a dudas, si hubiesen caído por sí mismos, su tormento en el infierno sería de una calidad más soportable".
En su homilía luego de la adoración eucarística organizada por los estudiantes de las universidades pontificias de Roma en desagravio de los abusos sexuales cometidos por algunos miembros del clero y en solidaridad ante la campaña mediática contra el Papa, el promotor dirigió una reflexión sobre las palabras de Jesús en relación a los niños que están en los capítulos 9 y 10 del Evangelio de San Marcos.
"Nuestra presencia aquí, hoy, vuestra presencia ante el altar de la Cátedra, en presencia de Jesús Eucaristía quiere hacerse eco del amor, de la cura y la solicitud que la Iglesia, esposa de Jesús, siempre ha tenido por los niños y los más débiles", dijo el sacerdote maltés.
Tras señalar que los niños en el Evangelio son el símbolo de la inocencia y la pureza, el sacerdote recordó a los presentes las palabras de Cristo: "si uno quiere entre vosotros ser el primero, que sea el último de todos y el siervo de todos". "¡Cuántos pecados en la Iglesia por la arrogancia, la insaciable ambición, por abuso y la injusticia de aquellos que se aprovechan del ministerio para construir una carrera, para mostrarse, con miserable y fútiles motivos de vanagloria!", exclamó.
Seguidamente Mons. Scicluna explicó el mandato del Señor de acoger a los niños como él mismo lo hace para poder entrar al Reino de los Cielos: "acoger al niño, abrir el corazón a su humildad, acogerlo en el nombre de Jesús significa asumir el corazón de Jesús, los ojos del Maestro, implica una apertura al Padre y al Espíritu Santo".
"Acoger el Reino de Dios como un niño –continuó– significa acogerlo con corazón puro, con docilidad, abandono, confianza, entusiasmo y esperanza. El niño nos recuerda todo esto. Todo esto hace al niño precioso a los ojos de Dios y a los ojos del verdadero discípulo de Jesús".