VATICANO,
En su discurso de esta mañana a los participantes de la asamblea plenaria del Pontificio Consejo para las Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, que han reflexionado estos días sobre el tema: "Pastoral de la movilidad humana hoy, en el contexto de la corresponsabilidad de los Estados y de los organismos internacionales", el Papa Benedicto XVI resaltó la necesidad de generar políticas para inmigrantes que respeten la vida y los derechos de las familias.
El Santo Padre manifestó su aprecio por "el esfuerzo de construir un sistema de normas compartidas que contemplen los derechos y deberes del extranjero, así como los de la comunidad de acogida, teniendo en cuenta, en primer lugar, la dignidad de cada persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios. Obviamente, la adquisición de derechos está unida a la acogida de deberes".
"Las normativas nacionales e internacionales que promueven el bien común y el respeto de las personas alientan la esperanza y los esfuerzos para alcanzar un orden social mundial basado en la paz, en la fraternidad y en la cooperación de todos, a pesar de la fase critica que están atravesando las instituciones internacionales, comprometidas en resolver las cuestiones cruciales de la seguridad y del desarrollo, en beneficio de todos".
Benedicto XVI subrayó que "todavía no se ha apagado el anhelo de muchos para derribar los muros que dividen y establecer amplios acuerdos, también mediante disposiciones legislativas y praxis administrativas que favorezcan la integración, el intercambio mutuo y el enriquecimiento recíproco. Se pueden ofrecer de hecho perspectivas de convivencia entre los pueblos por medio de medidas sensatas y concertadas para la acogida y la integración, consintiendo ocasiones de ingreso en la legalidad, favoreciendo el justo derecho a reunirse con las familias, al asilo y al refugio, compensando las medidas restrictivas necesarias y contratando el deplorable trafico de personas".
"Precisamente aquí las diferentes organizaciones internacionales, en cooperación entre ellas y con los Estados, pueden ofrecer su peculiar contribución para conciliar, con varias modalidades, el reconocimiento de los derechos de la persona y el principio de soberanía nacional, con una referencia especifica a las exigencias de la seguridad, del orden publico y del control de las fronteras".
Tras poner de relieve que "los derechos fundamentales de la persona pueden ser el punto central del compromiso de corresponsabilidad de las instituciones nacionales e internacionales", el Santo Padre recordó que "están estrechamente ligados con "la apertura a la vida, que es el centro del verdadero desarrollo".