VATICANO,
En su discurso a los obispos de la Conferencia Episcopal Italiana en el Aula del Sínodo en el Vaticano, el Papa Benedicto XVI resaltó que "la transmisión de la fe es parte irrenunciable de la formación integral de la persona. El encuentro personal con Jesús es la clave para intuir la relevancia de Dios en la existencia diaria".
En sus palabras a los prelados reunidos del 24 al 28 de mayo para la aprobación de las Orientaciones generales pastorales en el decenio 2010-2020, el Papa señaló que "el Espíritu Santo guía la Iglesia en el mundo y en la historia. Gracias a este don del Resucitado, el Señor está presente en el transcurso de los acontecimientos; en el Espíritu podemos reconocer en Cristo el sentido de las vivencias humanas".
El Pontífice afirmó además que "corroborados por el Espíritu, en continuidad con el camino indicado por el Concilio Vaticano II y en particular con las orientaciones pastorales de la década apenas concluida, habéis elegido la educación como tema principal de los próximos diez años. Ese horizonte temporal es proporcional a la amplitud y radicalidad de la exigencia educativa de hacerse cargo de las nuevas generaciones con una obra de testimonio unitario, integral y sinérgico que ayude a pensar, proponer y vivir la libertad, la belleza y la bondad de la experiencia cristiana".
Benedicto XVI habló a continuación del contexto cultural contemporáneo, donde a veces se pone en entredicho "la dignidad de la persona, la bondad de la vida, el significado de la verdad y del bien" y en el que "más allá del individuo no se reconoce nada que sea definitivo". En esa situación "es ardua e improbable la propuesta a las nuevas generaciones del ‘pan’ de la verdad por el que valga la pena emplear la vida, aceptando cuando sea necesario, el rigor de la disciplina y la fatiga del compromiso".
"Aunque seamos conscientes del peso de esta dificultad no podemos ceder al desaliento y a la resignación. Educar no ha sido nunca fácil, pero no podemos rendirnos: faltaríamos al mandato que el Señor nos confió llamándonos a apacentar con amor a su rebaño. Educar es formar a las nuevas generaciones para que sepan entrar en relación con el mundo, fuertes de una memoria significativa, de un patrimonio interior compartido, de la verdadera sabiduría que, mientras reconoce el fin trascendente de la vida, orienta el pensamiento, los afectos y el juicio".
Seguidamente Benedicto XVI resaltó que "la sed que llevan los jóvenes en el corazón es una exigencia de significado y de relaciones humanas auténticas, que ayuden a no sentirse solos frente a los retos de la vida. Nuestra respuesta es el anuncio del Dios amigo del ser humano, que en Jesús se acercó a cada uno de nosotros. La transmisión de la fe es parte irrenunciable de la formación integral de la persona. El encuentro personal con Jesús es la clave para intuir la relevancia de Dios en la existencia diaria".