VATICANO,
En la Misa que presidió hoy por la solemnidad de Pentecostés, el Papa Benedicto XVI explicó que “la unidad es el signo de reconocimiento, la 'tarjeta de presentación' de la Iglesia en el curso de su historia universal”.
En la Basílica de San Pedro, el Santo Padre indicó que “desde el inicio, desde el día de Pentecostés ella (la Iglesia) habla todas las lenguas. La Iglesia universal precede a las iglesias particulares, y estas deben siempre conformarse a aquella, según un criterio de unidad y de universalidad. La Iglesia no permanece jamás prisionera de los confines políticos, raciales y culturales; no se puede confundir con los Estados ni tampoco con las Federaciones de Estados, porque su unidad es de género diverso y aspira a atravesar todas las fronteras humanas”.
El Pontífice señaló que la invocación de la Iglesia “Ven Espíritu Santo”es “tan simple e inmediata, pero a la vez extraordinariamente profunda, que brota primero de todo, del corazón de Cristo. El Espíritu, de hecho, es el don que Jesús ha pedido y continuamente pide al Padre para sus amigos; es el primer y principal don que nos ha obtenido con su Resurrección y Ascensión al Cielo”.
Según el Papa, la presencia del Espíritu Santo “donde hay laceraciones y donde son extraños entre sí, crea unidad y comprensión”, accionando “un proceso de reunificación entre las partes de la familia humana, divididas y dispersas; las personas, muchas veces reducidas a individuos en competición o en conflicto entre ellos, alcanzadas del Espíritu de Cristo, se abren a la experiencia de la comunión, que puede involucrarlos a un punto tal de hacer de ellos un nuevo organismo; un nuevo sujeto: la Iglesia. Este es el efecto de la obra de Dios: La unidad”.
“De esto, queridos hermanos, deriva un criterio práctico de discernimiento para la vida cristiana: cuando una persona, o una comunidad, se cierra en el propio modo de pensar y de obrar, es signo de que se ha alejado del Espíritu Santo. El camino de los cristianos y de las Iglesias particulares debe siempre confrontarse con aquel de la Iglesia una y católica, y armonizarse con él”, indicó.
Precisó que “esto no significa que la unidad creada del Espíritu Santo sea una especie de igualitarismo” sino que “se manifiesta en la pluralidad de la comprensión. La Iglesia es en su naturaleza una y múltiple, destinada como es a vivir en todas las naciones, todos los pueblos, y en los mas diversos contextos sociales”.