VATICANO,
En la Audiencia General de hoy que presidió en la Plaza de San Pedro ante miles de fieles, el Papa Benedicto XVI recordó su reciente viaje a Portugal, en donde rezó a los pies de la Virgen de Fátima acompañado de medio millón de personas, en ocasión del 10° aniversario de la beatificación de los pastorcitos Jacinta y Francisco, dos de los videntes de la Madre de Dios en la Cova de Iría. El Santo Padre recordó que desde este lugar María anima a la oración, la penitencia y la conversión.
El Santo Padre afirmó que a lo largo de todo su viaje se sintió "sostenido espiritualmente" por su predecesor Juan Pablo II, "que visitó Fátima tres veces, dando las gracias a la "mano invisible" que lo liberó de la muerte durante el atentado del 13 de mayo, aquí en esta misma Plaza de San Pedro".
Durante la Misa en Lisboa, la capital "de la que partieron a través de los siglos tantos misioneros para llevar el Evangelio a muchos continentes", el Papa animó a los diversos componentes de la Iglesia local a "una vigorosa acción evangelizadora en los distintos sectores de la sociedad, para ser sembradores de esperanza en un mundo marcado a menudo por la desconfianza" y en particular, exhortó a los creyentes a "anunciar la muerte y resurrección de Cristo, corazón del cristianismo, fulcro y apoyo de nuestra fe y causa de nuestra alegría".
Benedicto XVI se refirió después a su encuentro con los representantes del mundo de la cultura en Belém, donde resaltó "el patrimonio de valores con que el cristianismo ha enriquecido la cultura, el arte y la tradición del pueblo portugués. En esta noble tierra, como en cualquier otro país profundamente influenciado por el cristianismo, se puede construir un futuro de entendimiento fraternal y cooperación con las otras instancias culturales, abriéndose recíprocamente a un diálogo sincero y respetuoso".
En Fátima, "una ciudad marcada por una atmósfera de misticismo genuino en la que se siente de forma casi palpable la presencia de la Virgen", el Papa fue "un peregrino con los peregrinos" y depositó en la Cova de Iría ante María "las alegrías y esperanzas y también los sufrimientos del mundo entero".
Asimismo, el Papa recordó las vísperas celebradas con los sacerdotes, religiosos, religiosas y diáconos de Portugal en la iglesia de la Santísima Trinidad, a quienes dio las gracias "por su testimonio a menudo silencioso y no siempre fácil y su fidelidad al Evangelio y a la Iglesia", invitándoles a seguir, con fidelidad y en este Año Sacerdotal, el "luminoso ejemplo del cura de Ars".