VATICANO,
En su mensaje a los participantes del segundo Kirchentag, encuentro ecuménico en Munich, Alemania, que se celebra del 12 al 16 de mayo, el Papa Benedicto XVI resaltó que la Iglesia es efectivamente un lugar de esperanza y nada ni nadie puede oscurecer o destruir esto, ni siquiera los ataques que sufren los cristianos en la cultura actual.
El Santo Padre reflexionó sobre el lema del mencionado evento que reúne a católicos y miembros de otras confesiones cristianas: "Para que tengan esperanza", en un tiempo en el que el mundo es hostil a la fe: "en los últimos meses nos hemos debido confrontar repetidamente con noticias que quieren derrumbar la alegría en la Iglesia, que la oscurecen como lugar de esperanza. Como los siervos del patrón de la casa en la parábola evangélica del reino de Dios, también nosotros queremos preguntarle al Señor: ‘Señor, ¿no has sembrado la buena semilla en tu campo? ¿De dónde viene la cizaña?’"
"Sí, con su Palabra y con el sacrificio de su vida el Señor realmente ha sembrado la buena semilla en el campo de la tierra. Ha germinado y germina. No debemos pensar sólo en las grandes figuras luminosas de la historia, a las que la Iglesia ha reconocido el título de ‘santos’, o impregnados completamente de Dios, resplandecientes a partir de Él. Cada uno de nosotros conoce también a las personas comunes, no mencionadas en ningún diario y no citadas en ninguna historia, que a partir de la fe maduran alcanzando una gran humanidad y bondad".
Benedicto XVI se refirió luego a Sodoma y la promesa del Señor de no acabar con la ciudad si se encontraba a diez justos: "¡Gracias a Dios, en nuestras ciudades hay mucho más de diez justos! Si hoy estamos un poco atentos, si no percibimos sólo la oscuridad, sino también lo que es claro y bueno en nuestro tiempo, vemos cómo la fe hace a los hombres más generosos y los educa en el amor. De nuevo: la cizaña existe también en el seno de la Iglesia y entre quienes el Señor ha acogido a su servicio particular. Pero la luz de Dios no ha menguado, el gran bueno no ha sido sofocado por la semilla del mal".
"¿La Iglesia es entonces lugar de esperanza?" pregunta el Santo Padre y contesta: "sí, porque de ella nos llega siempre y de nuevo la Palabra de Dios, que nos purifica y nos muestra la vía de la fe. Lo es porque en ella el Señor sigue donándose a sí mismo, en la gracia de los sacramentos, en la palabra de la reconciliación, en los múltiples dones de su consuelo. Nada puede oscurecer o destruir todo esto. De esto debemos estar alegres en medio de las tribulaciones".
El Papa Benedicto cuestiona luego: "si hablamos de la Iglesia como lugar de la esperanza que viene de Dios, entonces esto comporta, al mismo tiempo, un examen de conciencia: ¿Qué cosa hago con la esperanza que el Señor me ha dado? ¿Realmente me dejo modelar por su Palabra? ¿Me dejo cambiar y curar por Él? ¿Cuánta cizaña en realidad crece dentro de mí? ¿Estoy dispuesto a erradicarla? ¿Soy agradecido por el don del perdón y estoy dispuesto a perdonar y a curar yo en vez de condenar?"