MÉXICO D.F.,
El Arzobispo de Guadalajara, Cardenal Juan Sandoval Íñiguez, destacó la necesidad de purificar la memoria histórica sobre el proceso de la independencia de México y la verdad de los hechos y personajes que lo conforman, al celebrarse el bicentenario de estas fechas, para así promover la paz y la reconciliación en el país al margen de ideologías que manipulen sus distintos aspectos.
En la sesión de apertura de la IV Jornada Académica: "Iglesia – Independencia" que se realiza en esta ciudad en el Hospicio Cabañas, el Purpurado dijo que "al celebrar estas fechas memorables de nuestra historia patria, se trata de recordar agradeciendo, de rectificar la historia con la verdad de los hechos y de reconciliarnos como pueblo en la verdad que nos hace libres".
Se trata, continuó, "de purificar la memoria histórica". "El pueblo mexicano en general conoce muy poco de su historia, de su verdadera historia, pues muchos de los que la han escrito se han dado a la tarea de mutilarla o deformarla, según la ideología y los intereses de facciones políticas", añadió.
"¿Y cuál ha sido el resultado?", cuestionó el Arzobispo: "una historia manipulada y maniquea, en la que de un lado todo es luz y del otro todo tinieblas; una división tajante entre buenos y malos. Los ‘héroes’ oficiales se le presentan al pueblo, perfectos, impolutos y casi sobrehumanos. En cambio los ‘villanos’, es decir los vencidos, son envilecidos hasta lo increíble, sin reconocerles ninguna cualidad o mérito".
"Es muy de desear que en estas fechas del Bicentenario del inicio de la Independencia y del Centenario del inicio de la Revolución, se investigue y salga a la luz la verdad sobre hechos y personas. Será un bien apetecible y de gran provecho para México, en orden a su integración y unidad y, por consiguiente, un gran tributo a la paz y reconciliación de los mexicanos".
El Cardenal Íñiguez señaló que actualmente hace falta mucho empeño "para superar los graves problemas que ahora nos agobian, tales como el crimen organizado y la violencia desatada en el país, la corrupción generalizada, la ineptitud administrativa, el deterioro de la familia y los ataques a la vida, así como el secularismo creciente que nos invade e invita a vivir como si Dios no existiera, privándonos de la luz del Evangelio y del soporte de la moral cristiana".