VATICANO,
Al presidir esta mañana la Misa de Domingo de Ramos en la Plaza de San Pedro ante miles de fieles, el Papa Benedicto XVI se dirigió especialmente a los jóvenes al celebrarse también la 25º Jornada Mundial de la Juventud, y les recordó que ser cristianos "significa considerar el camino de Jesucristo como la vía justa para ser hombres, como aquel que conduce a la meta, a una humanidad plenamente realizada y auténtica".
En su homilía, el Santo Padre dijo que "el ser cristiano es un camino, o mejor: una peregrinación, un ir juntos con Jesucristo. Un ir en aquella dirección que Él nos ha indicado y nos indica".
Según informa Radio Vaticano, el Papa resaltó que esta camino exterior de cada ser humano es la "imagen del movimiento interior de la existencia, que se cumple en el seguimiento de Cristo: es una ascensión a la verdadera altitud del ser humano. El hombre puede elegir un camino cómodo y descansar de toda fatiga. Puede incluso descender hacia lo bajo, a lo vulgar. Puede hundirse en el barro de la mentira y la deshonestidad. Jesús nos guía hacia lo que es grande, puro, hacia la vida según la verdad; hacia el coraje que no se deja intimidar por la habladuría de las opiniones dominantes; hacia la paciencia que soporta y sostiene al otro".
Cristo, continuó el Papa, "conduce a ayudar a los que sufren, a los abandonados; hacia la fidelidad que está de la parte del otro, aún cuando la situación se vuelve difícil. Conduce hacia la disponibilidad para buscar ayuda; hacia la bondad que no se deja desarmar ni siquiera por la ingratitud: Él nos conduce hacia el amor, el amor nos conduce hacia Dios".
"Camino y meta que nos recuerdan que Dios es uno solo en todo el mundo, que supera inmensamente todos nuestros lugares y tiempos. Aquel Dios a quien pertenece toda la creación. El Dios que todos los hombres buscan y que de algún modo conocen. Infinito y al mismo tiempo cercano, que no puede ser encerrado en ningún edificio, que quiere habitar en medio de nosotros, estar totalmente con nosotros".
Benedicto XVI recordó que en el Domingo de Ramos, "Jesús junto con el Israel peregrinante sube hacia Jerusalén, para celebrar la Pascua: el memorial de la liberación de Israel, memoria que, al mismo tiempo, es siempre esperanza de la libertad definitiva, que Dios donará. Va con la conciencia de ser Él mismo el Cordero en el que se cumplirá aquello que el Libro del Éxodo dice al respecto. Él permanece siempre cerca de nosotros en la tierra y al mismo tiempo ya ha llegado ante Dios, nos guía sobre la tierra y más allá de la tierra".