ROMA,
En una carta dirigida al director del diario Il Corriere della Sera, el connotado político y filósofo italiano, Marcello Pera, explica que las calumnias y mentiras que intentan presentar al Papa Benedicto XVI como un encubridor de clérigos que cometen abusos sexuales, cuando no lo es, son solo parte de una guerra emprendida por el laicismo contra el cristianismo, que no lo soporta y que busca su destrucción, y con ello y sin darse cuenta, la destrucción social.
En el texto titulado "Una agresión al Papa y a la democracia", el también ex Presidente del Senado italiano señala que esta guerra no es "propiamente contra la persona del Papa, porque, en este terreno, es imposible. Benedicto XVI es inexpugnable en su imagen, su serenidad, su limpidez, su firmeza y doctrina. Basta su sonrisa leve para desbaratar un ejército de adversarios. No, la guerra es entre el laicismo y el cristianismo".
Pera señala que "los laicistas saben bien que, si algo de fango llega a la sotana blanca, la Iglesia se ensuciaría, y si ella está sucia, también lo estaría la religión cristiana. Por ello acompañan su campaña con preguntas como ‘¿quién llevará a nuestros hijos a la iglesia?’ o ‘¿quién mandará a nuestros muchachos a una escuela católica?’".
Con los ataques contra el Papa y los sacerdotes en general, explica el político italiano, "bastaría sustituir en otros ámbitos ‘sacerdotes’ por ‘maestros’ o por ‘políticos’ o por ‘periodistas’ para ‘minar la legitimación’ de la escuela pública, de los parlamentos o de la prensa. Lo que importa (a los laicistas) es la insinuación, incluso a expensas de lo grosero del argumento: los sacerdotes son pedófilos, entonces la Iglesia no tiene autoridad moral, entonces la educación católica es peligrosa y por ello el cristianismo es un engaño y un peligro. Esta guerra del laicismo contra el cristianismo es total".
"Se debe recordar el nazismo y el comunismo para encontrar algo parecido. Cambian los medios, pero el fin es el mismo: hoy como ayer, lo que se quiere es destruir la religión. Entonces Europa pagó por esta furia destructora el precio de la propia libertad".
Es increíble, prosigue Pera, "que sobre todo en Alemania, mientras se golpean el pecho por aquel precio que esa furia infligió a toda Europa, hoy, que es democrática, se la olvida y no se entienda que la misma democracia estaría perdida si el cristianismo fuese cancelado".