BARCELONA,
El Arzobispo de Barcelona (España), Cardenal Luis Martínez Sistach, ante la nueva ley del aborto aprobada en España que "llena el corazón de dolor y de tristeza", advirtió que "el grado de humanización de una sociedad se mide por su respeto y tutela de la vida humana desde sus inicios hasta su muerte" natural.
Así afirmó el Purpurado durante una Eucaristía celebrada en la Catedral de Barcelona, con motivo de la Jornada Pro Vida impulsada por la Delegación Diocesana de Pastoral Familiar de la Conferencia Episcopal Española, y con ocasión de la Fiesta de la Anunciación-Encarnación y del Día del Niño por Nacer a celebrarse el 25 de marzo.
El Cardenal Sistach señaló que "el proyecto de Ley del aborto aprobado en las Cortes españolas llena el corazón de dolor y de tristeza, porque atenta contra la vida humana y reconoce el aborto como un derecho, no reconociendo el derecho fundamental y primario a la vida, establecido en la Constitución española y como derecho previo a cualquier legislación positiva de las sociedades".
"La eliminación directa y voluntaria de un ser humano inocente es siempre gravemente inmoral. Nadie ni nada puede autorizar la muerte de un ser inocente, sea feto o embrión, niño o adulto, anciano, enfermo incurable o agonizante. Nadie puede reclamar este gesto homicida para sí mismo o para otro confiado a su responsabilidad, ni puede consentirlo explícita e implícitamente. Ninguna autoridad puede imponerlo ni permitirlo legítimamente", subrayó.
Por ello, advirtió el Purpurado, "esta fiesta de la Encarnación es un momento muy propicio para reflexionar sobre el valor de la vida humana desde los inicios de su concepción en el seno de la madre. Por eso celebramos también la Jornada en favor de la vida humana y la Iglesia reitera su conocida y constante posición sobre la intangibilidad de la vida humana desde el momento de su concepción y contra el aborto provocado".
"El grado de humanización de una sociedad –afirmó el Cardenal- se mide por su respeto y tutela de la vida humana desde sus inicios hasta su muerte. La presencia de familias con sus hijos es una manifestación patente de la cultura de la vida, del futuro de la sociedad lleno de esperanza y de la riqueza de la humanidad".