SANTIAGO,
Al pronunciar este mediodía (hora local) su homilía en la oración ecuménica por Chile y su nuevo gobierno, el Arzobispo de Santiago, Cardenal Francisco Javier Errázuriz Ossa, exhortó al Presidente Sebastián Piñera a construir Chile defendiendo y promoviendo a la familia, promover la enseñanza religiosa en las escuelas y continuar con la gran tarea de reconstrucción tras los recientes terremotos.
El Purpurado afirmó que "orar por nuestra patria implica recordar a todos los chilenos. En las actuales circunstancias, compartiendo el dolor de tantos compatriotas, oramos de modo especial por los que más han sufrido y siguen sufriendo a causa de la devastadora destrucción que causaron los movimientos telúricos que golpearon buena parte del país, sobre todo a causa de las pérdidas de familiares y amigos muy queridos".
Tras reiterar que la vida humana debe ser respetada y promovida desde la concepción, el Cardenal animó a las autoridades a que "en sus proyectos nunca olviden a los más pobres y postergados, de manera que no sólo reciban subsidios del Estado para poder sobrevivir sino, sobre todo, las oportunidades y condiciones adecuadas que les faciliten el acceso a un trabajo dignificante, y los conviertan en gestores del progreso personal y social".
Seguidamente se refirió a la vital tarea del Estado de "dar protección a la familia y propender a su fortalecimiento. Es una tarea de trascendentales repercusiones, pero difícil de cumplir, debido al momento crítico por el que pasa el matrimonio y la familia, ‘núcleo básico de la sociedad’, y por el cual atraviesa entonces la sociedad entera".
Luego de mencionar algunos de los desafíos que enfrenta la familia como el "grave descenso de la natalidad en Chile, los obstáculos que encuentran los jóvenes para comprometerse para siempre, el escaso apoyo efectivo de nuestra sociedad a la institución familiar, la destrucción permanente de incontables familias", el Cardenal dijo luego que es misión del estado y de toda la sociedad ayudar a la familia a que "sea unida y estable, próspera y feliz; a que los hijos tengan el respaldo afectivo y moral que necesitan, y los esposos no vivan afligidos ni agobiados; a que el hogar pueda ser centro de transmisión de los valores más nobles de nuestra cultura".
Entre estos importantes valores, explicó, se debe comenzar con "la trasmisión de la fe, y un lugar en que se ayude a superar sufrimientos y dificultades, gracias a la calidad de las relaciones humanas entre sus miembros y a su confianza en Dios; y a que sea también una escuela de ciudadanos que saben poner sus talentos al servicio de los demás, atentos a los más débiles".