VATICANO,
En su mensaje por la 47° Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, dado a conocer hoy y que se celebrará el 25 de abril, el Papa Benedicto XVI recuerda a los católicos, especialmente a los obispos y sacerdotes, que el testimonio de una vida coherente centrada en Cristo suscita vocaciones.
En el marco del Año Sacerdotal en el que se recuerda el 150° aniversario de la muerte de San Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars, el Santo Padre explica que "la fecundidad de la propuesta vocacional, en efecto, depende primariamente de la acción gratuita de Dios, pero, como confirma la experiencia pastoral, está favorecida también por la cualidad y la riqueza del testimonio personal y comunitario de cuantos han respondido ya a la llamada del Señor en el ministerio sacerdotal y en la vida consagrada, puesto que su testimonio puede suscitar en otros el deseo de corresponder con generosidad a la llamada de Cristo".
Tras explicar que esta conciencia del testimonio cristiano ya la vivían los profetas del Antiguo Testamento, el Santo Padre resalta que "también la vocación de Pedro, según escribe el evangelista Juan, pasa a través del testimonio de su hermano Andrés, el cual, después de haber encontrado al Maestro y haber respondido a la invitación de permanecer con Él, siente la necesidad de comunicarle inmediatamente lo que ha descubierto en su ‘permanecer’ con el Señor".
"La iniciativa libre y gratuita de Dios encuentra e interpela la responsabilidad humana de cuantos acogen su invitación para convertirse con su propio testimonio en instrumentos de la llamada divina. Esto acontece también hoy en la Iglesia: Dios se sirve del testimonio de los sacerdotes, fieles a su misión, para suscitar nuevas vocaciones sacerdotales y religiosas al servicio del Pueblo de Dios".
Seguidamente Benedicto XVI describe tres aspectos que debe vivir todo sacerdote, obispo, religioso o religiosa y consagrados, para hacer esto realidad.
"Elemento fundamental y reconocible de toda vocación al sacerdocio y a la vida consagrada es la amistad con Cristo. Jesús vivía en constante unión con el Padre, y esto era lo que suscitaba en los discípulos el deseo de vivir la misma experiencia, aprendiendo de Él la comunión y el diálogo incesante con Dios. Si el sacerdote es el ‘hombre de Dios’, que pertenece a Dios y que ayuda a conocerlo y amarlo, no puede dejar de cultivar una profunda intimidad con Él, permanecer en su amor, dedicando tiempo a la escucha de su Palabra. La oración es el primer testimonio que suscita vocaciones".