PARIS,
Una emotiva "carta abierta" a sus hermanos de congregación y miembros del Movimiento "Regnum Christi" del sacerdote legionario francés Julien Durodié, L.C. ha vuelto a abrir el debate interno sobre el camino que debe seguir en el futuro inmediato la congregación fundada por el P. Marcial Maciel, que actualmente se encuentra bajo una visita apostólica ordenada por la Santa Sede.
Pese al pedido de abstención de debates por correo electrónico hecho recientemente por el Director general de los Legionarios de Cristo, el P. Álvaro Corcuera; el P. Durodié, superior de la comunidad legionaria de París (Francia) decidió reabrir el debate mediante la carta abierta motivada, según señala, porque "aquí y allá, se me pide comunicar, reaccionar, hablar sobre nuestra manera de vivir los acontecimientos dolorosos por los que nuestro Movimiento atraviesa".
El P. Durodié, que señala hablar a nombre propio, señala que desea "hacer un acto de justicia, ya que, en nombre de la verdad, he escuchado varias cosas negativas sobre la vocación legionaria".
En la emotiva carta en la que defiende la congregación fundada por el P. Maciel, el superior parisino relata: "Soy Legionario del Cristo desde 1989, año en el cual entré al noviciado. Tenía 20 años. Buscaba mi camino para responder al llamado que Dios me había hecho hacía tres años en una abadía benedictina: el llamado a ser sacerdote. Buscaba una vida comunitaria llena de caridad, y la encontré. Pretendía dar mi vida al Señor sin tener en cuenta el esfuerzo, y lo encontré. Buscaba a Cristo joven, apasionado por su misión, enamorado de las almas, y lo encontré. Buscaba la fidelidad a la Iglesia mientras se dividía, buscaba el amor auténtico al Papa como representante de Cristo en la tierra, y lo encontré. Buscaba a María mi Madre, y la encontré. Buscaba incorporarme a una comunidad dinámica, capaz de asociarse a la nueva evangelización, y la encontré. Y por todo eso, doy gracias a Dios".
"Después de 12 años de formación", sigue el P. Durodié, "fui ordenado sacerdote de Jesucristo en la Legión de Cristo. Me siento libre, acepté las condiciones de la amistad del Señor manifestadas en nuestras santas Reglas, aprobadas por la Iglesia, marcadas por el sello de Pedro. Mis votos religiosos hasta hoy han sido para mí camino de santidad en la pobreza, la obediencia y la castidad".
El legionario francés confiesa "Sí, se revisa mi correo, ¿y qué? Sí, la actividad apostólica es intensa y fatigante, ¿y qué? Sí, me levanto temprano, rezo 3 horas al día, tengo una disciplina de vida, ¿y qué? Sí, estoy sometido a la obediencia, es decir, renuncio libremente a mi propia capacidad de decisión por la del superior, ¿y qué? Sí, soy pobre en medio de los recursos tecnológicos modernos que me sirven para el apostolado, ¿y qué? Sí, soy casto y velo para no vivir preferencias o afectos particulares, ¿y qué? Lo asumo o me voy, nadie me obliga".