VATICANO,
En la Audiencia General de este miércoles y tras haber bendecido una estatua de la Santa Rafaela María Porras y Ayllón, fundadora de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús que se ha colocado en una hornacina en la parte posterior externa de la Basílica Vaticana, el Papa Benedicto XVI pidió rezar y trabajar intensamente por la unidad de todos los cristianos del mundo.
Refiriéndose a la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos que está en curso, el Santo Padre recordó que del tema propuesto para este año: "Vosotros sois testigos de todas estas cosas" surgen dos preguntas: ¿Qué son todas estas cosas?, y "cómo podemos ser testigos de todas estas cosas?". La respuesta a la primera cuestión, indica el Papa, es: "el misterio de la Pasión y el don de la Resurrección. Conociendo a Cristo conocemos el rostro de Dios; En Cristo, el Dios lejano se hace cercano".
En cuanto a la segunda pregunta, dijo, "solo podemos ser testigos de Cristo conociendo a Cristo personalmente, encontrándolo realmente en nuestra vida de fe y así podemos contribuir a la novedad del mundo, a la vida eterna".
Benedicto XVI subrayó luego que "el movimiento ecuménico moderno se ha desarrollado de manera notable, hasta convertirse en el último siglo en un elemento importante en la vida de la Iglesia. No solo favorece las relaciones fraternas entre las Iglesias y las Comunidades eclesiales en respuesta al mandamiento del amor, sino que estimula también la investigación teológica. Además, implica la vida concreta de las Iglesias y Comunidades eclesiales con temas que tocan la pastoral y la vida sacramental".
"A partir del Concilio Vaticano II, la Iglesia Católica ha establecido relaciones fraternas con todas las Iglesias de Oriente y las Comunidades eclesiales de Occidente, organizando con la mayor parte de ellas diálogos teológicos bilaterales, que han servido para alcanzar consensos sobre varias cuestiones, profundizando de esta manera los vínculos de comunión. En el año que acaba de transcurrir, los diferentes diálogos han obtenido resultados positivos".
Refiriéndose en concreto al "estudio de un tema crucial en el diálogo entre católicos y ortodoxos: "El papel del obispo de Roma en la comunión de la Iglesia en el primer milenio", cuya discusión "se extenderá al segundo milenio", el Santo Padre recordó que había pedido oraciones a los católicos "por este diálogo delicado y esencial para todo el movimiento ecuménico".