VATICANO,
Al recibir esta mañana las cartas credenciales del nuevo embajador de Turquía ante la Santa Sede, Kenan Gürsoy, el Papa Benedicto XVI auguró la consecución de soluciones justas y duraderas a los conflictos en Medio Oriente.
Al inicio de su discurso, el Santo Padre recordó que dentro de poco se conmemorará el 50 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre Turquía y la Santa Sede, "un fruto del pontificado de mi predecesor el Papa Juan XIII".
Refiriéndose al viaje que realizó en noviembre de 2006 a este país, Benedicto XVI señaló que "fue mi primera visita como Papa a un país predominantemente islámico. Me alegró poder expresar mi estima a los musulmanes y reiterar el compromiso de la Iglesia Católica en conducir el diálogo interreligioso en un espíritu de respeto mutuo y amistad, dando testimonio juntos de la fe sólida en Dios que caracteriza a cristianos y musulmanes y esforzándose por conocernos mejor para que se fortalezcan los lazos de afecto entre nosotros".
Tras resaltar que los católicos en Turquía "aprecian la libertad de culto que garantiza la Constitución y están contentos de poder contribuir al bienestar de sus ciudadanos, especialmente mediante actividades caritativas y servicios sanitarios", el Papa subrayó que la Iglesia "espera un reconocimiento jurídico, que posibilitaría gozar de plena libertad religiosa y aportar una mayor contribución a la sociedad".
Seguidamente Benedicto XVI afirmó que "Turquía ocupa una buena posición para ser un puente entre el Islam y Occidente y ofrece una importante contribución a los esfuerzos por alcanzar la paz y la estabilidad en Oriente Medio. Como ha demostrado con frecuencia la historia, las disputas territoriales y las rivalidades étnicas solo se pueden resolver satisfactoriamente si las aspiraciones legítimas de cada una de las partes se tienen debidamente en cuenta, si se reconocen las injusticias pasadas y, cuando es posible, se reparan".