VATICANO,
Al presidir esta mañana la Misa en la Solemnidad de la Epifanía del Señor, el Papa Benedicto XVI alentó a los fieles a seguir el ejemplo de los Reyes Magos que siguieron la estrella, la senda del amor, para encontrar a Dios que se hace Niño y ante el cual es necesaria la humildad auténtica y la valentía auténtica "que sabe someterse a lo que es más grande".
"En esta Solemnidad de la Epifanía del Señor, la gran luz que se irradia desde la Gruta de Belén, a través de los Magos provenientes de Oriente, inunda a toda la humanidad", dijo el Santo Padre en la Basílica de San Pedro y resaltó que en que la primera lectura, tomada del Libro del profeta Isaías, y la del Evangelio de Mateo, se presenta la promesa de Dios y su cumplimiento.
"La gran luz de Dios, después de las humillaciones sufridas por el pueblo de Israel de parte de las potencias de este mundo, aparentemente sin poder e incapaz de proteger a su pueblo, surgirá sobre toda la tierra de forma que los reyes de las naciones se inclinarán ante él, llegarán de todos los confines de la tierra y pondrán a sus pies sus tesoros más preciosos. Y el corazón del pueblo se estremecerá de alegría", dijo Benedicto XVI.
Según indica la nota de Radio Vaticano, el Papa explicó luego que ambas, la visión de Isaías y la narración de Mateo –si bien ésta podría parecer más ‘pobre’ – "nos presentan una realidad destinada a marcar toda la historia (…) y que lo que nos narra el evangelista, no es un episodio de menor cuidado, que acaba con el regreso apresurado de los Magos a sus propias tierras".
"Todo lo contrario, es un comienzo. Esos personajes provenientes de Oriente no son los últimos, sino los primeros de la gran procesión de aquellos que, a través de todas las épocas de la historia, saben reconocer el mensaje de la estrella, saben recorrer los caminos indicados por la Sagrada Escritura y saben encontrar, así, a Aquel que aparentemente es débil y frágil, y que, sin embargo, tiene el poder de donar la alegría más grande y más profunda al corazón del hombre. En Él, en efecto, se manifiesta la realidad estupenda que Dios nos conoce y está cerca de nosotros, que su grandeza y potencia no se expresan en la lógica del mundo, sino en la lógica de un niño inerme, cuya fuerza es sólo la del amor que se encomienda a nosotros".