BUENOS AIRES,
En una multitudinaria Misa celebrada en la Catedral de Buenos Aires y ante el corazón incorrupto de San Juan María Vianney, el Cura de Ars, el Arzobispo de la capital argentina, Cardenal Jorge Mario Bergoglio, alentó a los sacerdotes a vivir intensamente su vocación en la paciencia y el servicio.
En su homilía, el Purpurado recordó que "todos estamos revestidos de su gloria", pero "de manera especial los presbíteros, que de alguna manera queremos seguirlo a Él de cerca en este camino de anonadamiento y de compasión", al recordar que todos los bautizados han recibido la gloria que el Padre le dio a Jesús, y que "la gloria de Cristo es la cruz, es consumar su camino de compasión".
Seguidamente el Cardenal alertó a los sacerdotes que "quizás podemos perdernos en la imaginación, pensando que esto puede desembocar en el camino del martirio, de la sangre, como fue en el caso de Jesús, y esto nos puede desorientar" y no permitir "sacar el jugo de esto que Jesús nos está diciendo". Pero San Pablo enseñó a los pastores "cómo llevar adelante este ser ungidos por la gloria de Jesús", teniendo sus mismos sentimientos, los que "inicialmente lo llevaron a anonadarse para compartir nuestro camino".
El Arzobispo de Buenos Aires dijo luego a los sacerdotes que su martirio y que el participar de Cristo, pasa por los sentimientos de benevolencia, humildad, dulzura y paciencia, que tienen que tener para conducir al pueblo.
El Cardenal exclamó luego: "¡qué difícil, a veces, es la paciencia para un cura! Imagínense lo difícil que habrá sido para Jesús". El sacerdote tiene que tener esos sentimientos "pero sin perder la firmeza de la conducción" y "sin negociar la doctrina", añadió.
"Somos sacerdotes –continuó– para caminar con nuestro pueblo fiel, con benevolencia, humildad, dulzura y paciencia. Jesús no nos quiere líderes de una ONG que pueda triunfar". "Nos quiere ungidos como Él y con sus mismos sentimientos", insistió.