TOLEDO,
El Cardenal Ciriaco María Sancha y Hervás, "padre de los pobres", fue beatificado este domingo en Toledo en una ceremonia presidida por el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, monseñor Angelo Amato, quien, en representación del papa Benedicto XVI, ofició la ceremonia y aseguró en su homilía que el ahora nuevo beato es una "auténtica obra de arte de la gracia divina".
La catedral de Toledo, Primada de España, acogió esta ceremonia que congregó a miles de fieles y fue concelebrada por el actual prelado toledano, Braulio Rodríguez, y otros cuatro cardenales españoles: don Francisco Álvarez Martínez, arzobispo emérito de Toledo, don Antonio Cañizares, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, y don Agustín García Gasco, arzobispo emérito de Valencia.
En el acto de beatificación también estuvieron presentes algunas autoridades civiles, entre ellas el presidente del Congreso, José Bono; el presidente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, José María Barreda; la presidenta del PP en Castilla-La Mancha y secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal; el alcalde de Toledo, Emiliano García-Page; o el presidente de la Diputación Provincial, José Manuel Tofiño.
Rito de Beatificación
La ceremonia, que duró casi dos horas, se inició con el Rito de Beatificación en el que el arzobispo de Toledo, pidió al postulador de la causa que procediera a la beatificación del cardenal Sancha, afirmando que "humildemente hemos pedido a Su Santidad, Benedicto XVI, que se digne a inscribir en el número de los beatos al venerable siervo de Dios, cardenal Ciriaco Sancha y Hervás".
Tras lo cual, el representante del Papa, monseñor Angelo Amato, dio lugar a la lectura de la Carta Apostólica por la que el Sumo Pontífice inscribió en el Libro de los Beatos al cardenal Ciriaco María Sáncha y Hervás, concediéndole de esta forma el título de beato para que se pueda celebrar "desde ahora en adelante su fiesta, el 25 de febrero de cada año, día de su nacimiento para el cielo, en los lugares y según las reglas establecidos por el derecho".