VATICANO,
Al recibir esta mañana las cartas credenciales del nuevo Embajador de Estados Unidos ante la Santa Sede, Miguel Humberto Díaz, el Papa Benedicto XVI resaltó la necesidad de promover la dignidad humana, el respeto al derecho inalienable a la vida, desde la concepción hasta la muerte natural, así como el derecho a la objeción de conciencia del personal de salud y de los ciudadanos en general.
Al comenzar su discurso en el que recordó su visita a Estados Unidos y luego de comentar que diversas culturas, a través de la inmigración, han enriquecido a este país, el Santo Padre alentó a vivir el "anhelo de libertad y la búsqueda de la felicidad" desde una perspectiva que vaya más allá de lo individual, es decir, "del bien común y de toda la familia humana".
Ante la crisis económica internacional, dijo el Papa, se necesita "un modelo de globalización inspirado en un humanismo auténtico, en el que los pueblos sean considerados no como meros vecinos, sino como hermanos y hermanas".
Luego de resaltar la urgencia de vivir la solidaridad, respetando la dignidad del hombre y ayudando a superar la pobreza dándole a los más necesitados "acceso al agua y al alimento, a los cuidados básicos de salud, así como a políticas justas de comercio e inmigración", Benedicto XVI explicó que "el verdadero progreso, como insiste la doctrina social de la Iglesia, debe ser integral y humano; no puede prescindir de la verdad sobre el ser humano y debe estar dirigido siempre a su bien auténtico".
En una palabra, continuó, "la fidelidad al hombre requiere fidelidad a la verdad, que sola es garantía de la libertad y del desarrollo verdadero". Por su parte, resaltó el Papa, "la Iglesia en Estados Unidos desea contribuir al debate del asunto ético y social que le darán forma el futuro de esta nación proponiendo argumentos respetuosos y razonables basados en la ley natural y confirmadas por la perspectiva de la fe".
La visión religiosa, dijo Benedicto XVI, "y la imaginación religiosa no limitan, sino que enriquecen el discurso político y ético, y las religiones, precisamente porque se relacionan con el destino último de todo hombre y toda mujer, están llamadas a ser una fuerza profética para la liberación humana y el desarrollo del mundo, especialmente en las zonas afectadas por conflictos".