VATICANO,
Al recibir hoy las cartas credenciales de las nuevas Embajadoras de Filipinas y Países Bajos ante la Santa Sede, Mercedes Arrastia Tuason y la baronesa Henriette Johanna Cornelia Maria van Lynden-Leijten, respectivamente, el Papa Benedicto XVI alentó la lucha contra la pobreza en el primer país y la promoción de la familia y el aporte religioso en el segundo.
El Papa comenzó su discurso a la embajadora de Filipinas asegurando su cercanía espiritual a las víctimas del tifón Ketsana, que asoló recientemente ese país y manifestó su confianza en que la "fe del pueblo filipino, que les da resistencia para afrontar cualquier infortunio o dificultad, haga crecer en ellos el deseo de participar todavía más fervientemente en la tarea mundial de construir una civilización del amor cuyas semillas Dios ha sembrado en toda persona y cultura".
Tras elogiar las nuevas iniciativas de desarrollo en Filipinas, entre ellas la reforma de los programas de ayuda social, Benedicto XVI resaltó que esos programas están orientados "en primer lugar a mejorar las condiciones actuales de vida de los más pobres, capacitándolos para cumplir sus responsabilidades con sus familias y los deberes como miembros de una comunidad más amplia. Sobre todo, la lucha contra la pobreza exige honradez, integridad y fidelidad inquebrantable a los principios de justicia, especialmente por parte de los encargados directamente del gobierno y de la administración pública".
Finalmente el Santo Padre destacó que "en una época donde el nombre de Dios se usa abusivamente por algunos grupos, la labor de caridad reviste una urgencia particular, sobre todo en las regiones que han sido víctimas de conflictos", y alabó "los valientes pasos" que ha dado Filipinas para "fomentar la reconciliación y la comprensión mutua", mencionando en este sentido la tarea de la Bishops Ulama Conference y la de la Mindanao People's Conference.
Países Bajos