PRAGA,
En su discurso a las autoridades civiles y administrativas de la República Checa, el Papa Benedicto XVI señaló que Europa debe mantener viva su herencia cristiana subrayando el “papel insustituible del cristianismo para la formación de la conciencia de cada generación y para la promoción de un consenso ético de fondo” para los europeos.
Tras conversar en privado con el Presidente Václav Klaus, y dirigiéndose también al cuerpo diplomático en el Castillo Hradcany luego de escuchar a la Orquesta Filarmónica Checa, el Santo Padre señaló que su viaje coincidía "con el vigésimo aniversario de la caída de los regímenes totalitarios en Europa Central y Oriental, de la ‘Revolución de Terciopelo’, que restauró la democracia en esta nación. La euforia que la acogió se expresaba en términos de libertad. A dos décadas de distancia de los profundos cambios políticos que transformaron este continente el proceso de saneamiento y reconstrucción prosigue, ahora dentro de un contexto más amplio de la unificación europea y de un mundo cada vez más globalizado".
"La aspiración de los ciudadanos y las expectativas depositadas en los gobiernos reclamaban nuevos modelos en la vida pública y de solidaridad entre las naciones y pueblos, sin los cuales el futuro de justicia, de paz y prosperidad, tan esperado, no habría tenido respuesta. Esos deseos siguen evolucionando. Hoy, sobre todo entre los jóvenes, se plantea de nuevo la pregunta sobre la naturaleza de la libertad conquistada".
Tras asegurar que cada generación debe “comprometerse en la ardua búsqueda de cómo ordenar rectamente la realidad humana, esforzándose en comprender el uso correcto de la libertad”, Benedicto XVI resaltó que “la verdadera libertad presupone la búsqueda de la verdad, del bien verdadero, y por tanto encuentra su cumplimiento en el discernimiento de lo que es recto y justo. En otras palabras, la verdad, es la norma guía para la libertad y la bondad es su perfección".
"En verdad la alta responsabilidad de agudizar la sensibilidad por lo verdadero y lo bueno recae sobre los que ejercen el papel de guía: en campo religioso, político o cultural", subrayó.
Para los cristianos, continuó el Papa, “la verdad tiene un nombre: Dios. Y el bien tiene un rostro: Jesucristo. La fe cristiana desde los tiempos de los santos Cirilo y Metodio y de los primeros misioneros ha jugado un papel decisivo para plasmar la herencia cultural y espiritual de este país. Debe seguir siendo así en el presente y en el futuro. El rico patrimonio de valores espirituales y culturales que se expresan unos a través de otros, no ha dado forma solamente a la identidad de esta nación, sino que la ha dotado también de la perspectiva necesaria para ejercer un papel de cohesión en el corazón de Europa".