VATICANO,
Al mediodía (hora local) el Papa Benedicto XVI llegó a la Iglesia de Santa María de la Victoria, en donde se encuentra la conocida imagen del Niño Jesús de Praga, conocida también como el Divino Niño, a quien confió a todas las familias del mundo a su especial cuidado, pidiendo para todas “el don de la paz y la concordia”.
A su llegada al templo, abarrotado de familias con niños, el Santo Padre fue recibido por el rector. Después de adorar al Santísimo expuesto en la capilla del Niño Jesús, impuso una corona de oro a la imagen del Divino Niño, tras lo cual se dirigió al altar mayor para saludar a los presentes.
La imagen del Niño Jesús, dijo el Papa, “nos hace pensar en el misterio de la Encarnación, en Dios Omnipotente que se hizo hombre y vivió durante treinta años en la humilde familia de Nazaret”.
“Pensemos en todas las familias del mundo e invoquemos del Niño Jesús el don de la unidad y la concordia para todas ellas. Pensemos sobre todo en las más jóvenes, que tienen que hacer tantos esfuerzos para dar a sus hijos seguridad y un porvenir digno. Recemos por las familias en dificultad, probadas por la enfermedad y el dolor, por las que están en crisis, separadas o laceradas por la discordia y la infidelidad. Todas las confiamos al Santo Niño de Praga, sabiendo lo importante que es su estabilidad y su concordia para el progreso de la sociedad y el futuro de la humanidad".
Seguidamente afirmó que "en el Santo Niño de Praga contemplamos la belleza de la infancia y la predilección que Jesucristo demostró siempre por los más pequeños. ¡Cuántos niños, en cambio, no son amados, ni acogidos, ni respetados! ¡Cuántos son víctimas de la violencia y de la explotación por parte de personas sin escrúpulos! ¡Ojalá estos menores tengan el respeto y la atención que se les debe: los niños son el futuro de la humanidad!".
El Papa agradeció finalmente a todos los niños que habían ido a saludarlo y les pidió que recen por sus padres, maestros, amigos y también por él. Finalizada la visita a Santa María de la Victoria Benedicto XVI se trasladó a la Nunciatura Apostólica donde almorzó.