VATICANO,
En su visita a las localidades de Viterbo y Bagnoregio ayer, el Papa Benedicto XVI pidió a la Madre de Dios, en el Santuario de la Virgen de Quercia (Encina) que las familias se mantengan unidas, "hoy tan amenazadas por todas partes y haz que sean hogares de serenidad y concordia" donde reine el diálogo.
En el santuario y en presencia de las monjas de clausura de diversos monasterios de Viterbo, el Santo Padre confió sus "intenciones, las intenciones del pastor de esta diócesis y las necesidades de los que viven en esta tierra. Os confío, en este Año Sacerdotal, sobre todo a los sacerdotes, seminaristas y las vocaciones. (...) Ofreced al Señor el sacrificio de vuestra vida por su santificación y por el bien de las almas".
Tras invocar la protección de María sobre el "Sucesor de Pedro y la Iglesia confiada a sus cuidados", el Papa pidió a la Madre de Dios mantener "sólida la unidad de nuestras familias, hoy tan amenazada por todas partes y haz que sean hogares de serenidad y de concordia, donde el diálogo paciente disipe las dificultades y los contrastes. Vela sobre todo por las que están divididas y en crisis".
Asimismo, solicitó a la Virgen de la Encina que "haga firme y decidida la voluntad de los que el Dueño de la mies sigue llamando como obreros en su viña, para que resistiendo a toda lisonja e insidia mundana, perseveren generosamente en el seguimiento del camino emprendido, y con tu ayuda materna sean testigos de Cristo, atraídos por el fulgor de su amor, fuente de alegría".
"Consuela a quien llora, a quien sufre por la injusticia humana, sostiene a quien vacila bajo el peso de la fatiga y mira al futuro sin esperanza; alienta a quien trabaja por construir un mundo mejor, donde triunfe la justicia y reine la fraternidad, donde cesen el egoísmo y el odio y la violencia. ¡Que toda forma y manifestación de violencia sea vencida por la fuerza pacificadora de Cristo!", concluyó.