BOGOTÁ,
En un comunicado dado a conocer esta mañana tras su reunión en esta capital, los Presidentes de las Conferencias Episcopales de Colombia, Ecuador y Venezuela, exhortaron a sus compatriotas y a los gobernantes, a resolver las tensiones a través del diálogo y a generar una "cultura de paz y fraternidad" que permita el desarrollo de estos tres países.
Al iniciar el texto fruto de su reunión de esta mañana en Bogotá, Mons. Antonio Arregui, Presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, Mons. Ubaldo Santana, Presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana; y Mons. Rubén Salazar, Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia; recuerdan que la próxima celebración del bicentenario de estas tres naciones está ya próximo, por lo que es necesario destacar la importancia de su patrimonio común como camino hacia una mayor hermandad de estos países sudamericanos.
Los obispos destacan luego que los gobernantes tienen la obligación de "superar cualquier tipo de sentimientos negativos o de dificultades ideológicas, que puedan obstaculizar el diálogo sincero y constructivo en busca de la concordia. Los altos intereses de los ciudadanos de los tres países exigen a sus conductores trabajar con imaginación en pos de los tantos motivos de unidad que afortunadamente poseemos".
"El fragor de los debates políticos e ideológicos no nos debe hacer perder nunca de vista lo primordial: que sólo uniéndonos y poniendo en común nuestros recursos, nuestros talentos y nuestro patrimonio religioso y moral, podremos superar la miseria y la pobreza que afecta aún a grandes porcentajes de nuestras poblaciones urbanas, rurales e indígenas", explican.
Por ello, afirman que "la solución de estos males exige de parte de todos sus dirigentes, instituciones y ciudadanos, una amplitud de miras que trascienda los nacionalismos estrechos y se abra a la fraternidad sin fronteras que soñaron los próceres comunes que dieron su vida por la libertad".
"Como pastores, convocamos a todos los miembros del Pueblo de Dios para que contribuyan activamente a crear una cultura de paz y de fraternidad. Es preciso que todos avancemos en la consolidación de la verdadera participación democrática en el marco de un Estado de Derecho capaz de garantizar las clásicas libertades civiles, encabezadas por la libertad religiosa y la libertad de expresión y de disenso".