VATICANO,
En la Audiencia General de este miércoles, celebrada en el Aula Pablo VI en el Vaticano, el Papa Benedicto XVI alentó a los fieles a desprenderse de las cosas efímeras para anhelar las eternas, centrándose en la Eucaristía como fuente y culmen de la vida.
Retomando las catequesis sobre los grandes santos de la Iglesia de Oriente y del tiempo medieval en Occidente, Benedicto XVI dedicó la de hoy a San Odón, el segundo abad de la famosa Abadía de Cluny, en Francia. "Desde aquel centro de vida espiritual pudo ejercer un gran influjo en los monasterios del continente europeo", difundiendo la vida y la espiritualidad inspiradas en la Regla de San Benito. Falleció en el año 942.
El Papa Benedicto recordó que entre las virtudes del santo destacan "la paciencia, el desapego por las cosas terrenas, el celo por las almas, su empeño por la paz, el cumplimiento de los mandamientos, la atención a los pobres, la corrección de los jóvenes y el respeto por los ancianos".
"Merece una particular mención la devoción al Cuerpo y a la Sangre de Cristo, que Odón, frente a un extendido descuido que deploraba enérgicamente, cultivó siempre con convicción. Estaba realmente persuadido de la presencia real, bajo las especies eucarísticas, del Cuerpo y la Sangre del Señor, en virtud de la conversión 'sustancial' del pan y del vino".
San Odón decía que "sólo quien está unido espiritualmente a Cristo puede participar dignamente de su Cuerpo eucarístico; en caso contrario, comer su carne y beber su sangre no sería de provecho sino de condena", prosiguió el Papa.
El Pontífice explicó además que "San Odón fue un verdadero guía espiritual también para los fieles de su tiempo. Frente a la 'inmensidad de los vicios' difundidos en la sociedad, el remedio que proponía con decisión era un cambio radical de vida, fundado en la humildad, la austeridad, el desprendimiento de las cosas efímeras y la adhesión a las eternas".