ROMA,
Tiene 76 años y lleva 33 sirviendo en el Vaticano, 21 de los cuales ha pasado en la ambulancia que siempre sigue a los Pontífices. Fray Martín Méndez, conocido cariñosamente como "Fray Martino", es un hermano de la Orden de San Juan de Dios que trabaja en la Farmacia Vaticana y que ha servido a Pablo VI, Juan Pablo II y ahora a Benedicto XVI. Está entre los colaboradores en actividad más ancianos y más alegres de la Santa Sede.
Quienes lo conocen dicen que es un trabajador incansable; y como parte de los "fatebenefratelli" –como se conoce a los hermanos de San Juan Dios a quienes está confiada la farmacia desde su fundación en 1874– siempre ha servido con especial alegría. Lo llamaban "fray caramelo" porque repartía estos dulces a todos "sobre todo a los que se lamentaban por el turno de trabajo o porque quería descansar un poco más", comenta. "Aunque esos lamentos eran pocos, porque todos estaban sustancialmente orgullosos de trabajar en el Vaticano para el Papa", añade a L'Osservatore Romano.
Tras 25 años sirviendo como enfermero del Papa, desde hace 8 este hermano gallego se dedica al trabajo en la Farmacia Vaticana. Estudió Enfermería en Madrid y como miembro de la Orden de San Juan de Dios estuvo en distintos lugares de España. "Estuve en Vigo casi tres años. En San Rafael, en el barrio de Coia". Estuvo seis años también en Bolivia. "Recuerdo una noche en el lago más alto del mundo, el Titicaca, a 4 000 metros. Allá todo es altitud", relata al diario La Opinión A Coruña.
Entre todas sus alegrías actuales, explica que le queda una sola "tristeza". "Me falta aquel puesto en la ambulancia. Cuando me dijeron que era muy anciano para seguir ocupándolo y que debía asumir otro encargo, me puse triste. Aquella ambulancia se había convertido en mi segunda piel. Pero luego me alegró mucho saber que debía estar siempre a disposición del Papa para cualquier emergencia".
Ya que su día de descanso es el miércoles, "puedo volver a tomar el puesto en la ambulancia que está a disposición del Papa en la Plaza de San Pedro durante la Audiencia General".
Al comentar su trabajo en la Farmacia Vaticana, la más grande de toda Roma y probablemente, de toda Italia, Fray Martino cuenta que "llegan peticiones de todo el mundo para que les enviemos medicamentos. Tenemos fármacos difíciles de encontrar en cualquier otro sitio" y señala que "ahora es todo mucho más moderno que cuando llegué yo aquí (…) las puertas son automáticas y hasta hay una parte dedicada a los productos cosméticos".