ROMA,
El Presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, Mons. Claudio María Celli, afirma que las nuevas tecnologías digitales con sus aplicaciones en Internet que configuran la sociedad actual, deben promover y defender, por encima de todo, la naturaleza y dignidad del ser humano, asegurando su adecuado desarrollo a través de la comunicación real, la verdadera amistad y el diálogo honesto.
Al iniciar su reflexión publicada en L'Osservatore Romano, el Arzobispo resalta cómo el mundo digital cambia cada vez más y ha ido incidiendo en la forma en la que se configuran las relaciones humanas. Ante esta realidad, que ha llevado al Papa a llamar a los jóvenes, "generación digital", dice el Prelado, ha de reconocerse que "estas tecnologías son un don para la humanidad, pero estas ventajas deben estar al servicio de todos los seres humanos y de toda la comunidad".
Tras comentar que estas realidades poseen "grandes posibilidades y grandes límites", el Presidente del mencionado dicasterio afirma que cuando el Santo Padre "expresa su aprecio positivo por las nuevas tecnologías no es un ingenuo, pues no olvida las dificultades y problemas que estas tecnologías pueden crear".
Luego de relatar una experiencia reciente en Islandia en donde en una reunión de laicos del Consejo de Europa los participantes se preguntaban qué debe hacerse con los menores para protegerlos de los peligros de Internet, Mons. Celli explica tres aspectos fundamentales que han de tenerse en cuenta para vivir una adecuada "cultura de la comunicación", a partir del mensaje del Papa para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales.
La primera referencia, explica "es el valor de la persona humana. El Papa también para este propósito no es ingenuo y sabe perfectamente qué cosas circulan en las grandes redes de la comunicación. Por ello dice que se ha de tener cuidado con las palabras e imágenes degradantes para el ser humano, cerrar el ingreso a lo que alimenta el odio y la intolerancia, lo que agrade la belleza y la intimidad de la sexualidad humana".
"La segunda dimensión es el diálogo. El diálogo entre personas de países, cultura y religiones diferentes. Un diálogo que no es ciertamente un esconder quienes somos, porque no sería eso algo respetuoso para con la persona con la que dialogamos. Pero es un diálogo atento y respetuoso que busca sinceramente la verdad. Creo que el hombre puede encontrar la plenitud de su vida, sabiendo que la vida no es una línea recta por donde caminar, sino un continuo itinerario para buscar lo verdadero, el bien y lo bello".