ROMA,
El Presidente de la Pontificia Academia para la Vida, Mons. Rino Fisichella, lamentó que las autoridades sanitarias italianas hayan autorizado la venta en los hospitales del fármaco anti-vida "RU 486 que es una técnica abortiva porque tiende a suprimir el embrión anidado en el útero de la madre". Por ello, precisó, es algo que la Iglesia rechaza tajantemente.
En un artículo publicado en L'Osservatore Romano titulado "Cuando se banaliza la vida", el Prelado se refirió primeramente a la urgencia de la defensa de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural, un tema que también ha sido tratado por el Papa Benedicto XVI en su encíclica social Caritas in veritate.
Mons. Fisichella alertó también, a quienes lo afirman, que "el uso de esta píldora sea menos traumático que someterse a la operación (aborto) está totalmente por demostrarse. El primer trauma nace en el momento en el que no se quiere aceptar el embarazo y lo que ha de hacerse es intervenir para ayudar a la mujer para que comprenda el valor de la vida naciente".
El embrión, precisó el Arzobispo, "no es un amasijo de células ni una 'cosa' como algunos han querido definirlo; es una vida humana verdadera y plena. Suprimirla es una responsabilidad que nadie puede permitirse asumir sin conocer a fondo las consecuencias".
Tras indicar luego que con este fármaco solo se tiene otra manera de realizar un aborto, el Prelado vaticano subrayó que esta práctica anti-vida "es un mal en sí mismo porque suprime una vida humana. Esta vida, que es visible solo a través de la tecnología, posee la misma dignidad reservada a toda persona".
Por eso, añade, "el debido respeto al embrión no puede ser menor que el reservado a cada uno de los que camina por la calle y pide ser acogido por lo que es: una persona".