LIMA,
El Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Cardenal Juan Luis Cipriani, recordó sus años como Arzobispo de Ayacucho, adonde llegará este lunes para presidir por encargo del Papa Benedicto XVI el 4º centenario de su erección como diócesis, y resaltó las raíces católicas de esa tierra conocida como la “pequeña Roma de los Andes”.
En su programa radial “Diálogo de Fe” de ayer, el Purpurado saludó a los ayacuchanos “con esa enorme responsabilidad de ser un Legado del Santo Padre Benedicto XVI. Voy con mucha ilusión y emoción, porque fueron diez años que marcaron mucho mi vida (como Arzobispo de Ayacucho entre 1988-1999), duros, llenos de cariño y riesgos, con poca comprensión del país”.
Ayacucho, dijo, “es una ciudad de paz, donde aprendí a defender la fe con la verdad. Les pido que recemos por esta misión de legado del Papa, que me ha encomendado”.
Al hablar brevemente de su estadía en esa ciudad, el Cardenal recordó que “encontré en el pueblo ayacuchano y en los ronderos (campesinos), una organización para cuidar a sus hijos. Todos ellos muy cercanos a su fe y a la Virgen María”.
Fueron ellos, prosiguió, “quienes junto con sus sacerdotes y pastores supieron mantener la fe, sufriendo bastantes sacrificios y maltratos. Son muchos elementos (artísticos) que hacen ver cómo en el sustrato de este pueblo hay una presencia muy generosa de Dios y presencia misionera”.
Al referirse luego a la reciente encíclica social del Papa Benedicto XVI, Caritas in veritate, el Arzobispo de Lima explicó que “nunca debes sacrificar la verdad. Reconoce tus defectos, pecados y limitaciones. Esa caridad y verdad me tiene que llevar a saber que estamos hechos para los demás. Cuando hacemos bien nuestra ocupación, con verdad y preocupándome por los demás, hacemos un bien inmenso a la sociedad. Hago mi caridad haciendo bien mi trabajo, con honestidad, profesionalidad y respeto”.