VATICANO,
Al hablar en la Audiencia General de hoy sobre el Año Sacerdotal, el Papa Benedicto XVI explicó que el anuncio misionero de la Palabra de Dios y culto divino, es decir la administración de la gracia con los sacramentos, especialmente la Eucaristía, son inseparables para los presbíteros.
Ante miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre expresó su deseo de que este especial Año Jubilar "constituya para todo sacerdote una oportunidad de renovación interior y, en consecuencia, de firme consolidación en el compromiso de su misión". Asimismo indicó que las siguientes catequesis estarán dedicadas a San Juan María Vianney, el santo Cura de Ars.
Tras recordar que es importante tener en cuenta que en el Cura de Ars destaca "su identificación total con el propio ministerio. Le gustaba decir que un buen pastor, un pastor según el corazón de Dios, es el tesoro más grande que el buen Dios puede dar a una parroquia", el Papa resaltó que "considerando el binomio identidad-misión cada sacerdote puede advertir la necesidad de la progresiva asimilación a Cristo que le garantiza la fidelidad y la fecundidad del testimonio evangélico".
"Así, en la vida del sacerdote, el anuncio misionero y el culto son inseparables, como lo son la identidad sacramental y la misión evangelizadora", precisó.
"Por otra parte, podríamos decir que el fin de la misión de todo presbítero es 'cultual': para que todos los hombres se ofrezcan a Dios como hostia viva, santa y agradable, (...) recibiendo la caridad que están llamados a dar abundantemente unos a otros. (...) El amor al prójimo, la atención a la justicia y a los pobres, no son solamente el tema de una moral social, sino más bien la expresión de una concepción sacramental de la moralidad cristiana, porque a través del ministerio de los presbíteros se cumple el sacrificio espiritual de los fieles, en unión con Cristo, el único mediador: es el sacrificio que ofrecen los presbíteros de forma incruenta y sacramental en espera de la nueva venida del Señor".
Benedicto XVI aseguró luego que ante las incertidumbres y el cansancio, "también en el ejercicio del ministerio sacerdotal", resulta urgente "recobrar un juicio claro y unívoco sobre el primado absoluto de la gracia divina".