VATICANO,
En su homilía de las Vísperas solemnes ayer por la tarde en la Basílica de San Pablo de Extramuros, el Papa Benedicto XVI hizo una aguda reflexión sobre lo que significa la verdadera renovación del hombre; y pidió a los fieles que, a ejemplo de San Pablo, cambien mente y corazón para transformar el mundo a partir de Cristo.
Tras explicar que si bien el Año Paulino concluye pero el ejemplo del Apóstol de Gentes permanece siempre como “parte de la existencia cristiana”, el Santo Padre resaltó que Pablo en la Carta a los Romanos recuerda la necesidad de transformar la mente para entender siempre la voluntad de Dios.
“Solamente si hay hombres nuevos, habrá también un mundo nuevo, un mundo renovado y mejor. En el inicio está la renovación del hombre. Esto vale después para cada uno. Sólo si nos convertimos en hombres nuevos, el mundo se convertirá en nuevo. Esto significa también que no basta adaptarse a la situación actual. El apóstol nos exhorta a no ser conformistas”.
Al dar cuenta sobre cómo hacer esta tarea, Benedicto XVI pone el ejemplo de la misma conversión de San Pablo y precisa que “Él se convirtió en nuevo, en otro, porque ya no vive para sí en virtud de sí mismo, sino por Cristo que está en él. En el curso de los años, sin embargo, pudo ver que este proceso de renovación y de transformación continúa durante toda la vida".
"Nos convertimos en nuevos, si nos dejamos conquistar y plasmar por el Hombre nuevo, Jesucristo. Él es el Hombre nuevo por excelencia. En Él la nueva existencia humana se convierte en realidad, y nosotros podemos verdaderamente convertirnos en nuevos si nos ponemos en sus manos y nos dejamos plasmar por Él”.
Luego de señalar que lo fundamental en este cambio esencial está en la renovación interior y de la razón, el Pontífice indicó que “se trata, por tanto, de un viraje desde las raíces en nuestra orientación espiritual. Dios debe entrar en el horizonte de nuestro pensamiento: aquello que Dios quiere y el modo según el cual Él ha pensado al mundo y me ha pensado. Debemos aprender a participar en la manera de pensar y querer de Jesucristo. Así seremos hombres nuevos en los que emerge un mundo nuevo”.