VATICANO,
Esta mañana el Papa Benedicto XVI celebró la Santa Eucaristía en la Iglesia de San Pío de Pietrelcina en el marco de su visita pastoral a San Giovanni Rotondo. En su homilía, el Santo Padre recordó la figura de Padre Pío como un claro ejemplo de la vivencia del binario que conduce a la santidad: la oración y la caridad.
El Santo Padre celebró la Eucaristía luego de rezar en la celda 1 del Convento de los capuchinos en donde falleció el Padre Pío; y tras visitar la cripta del Santuario en donde están sus restos mortales. En ella encendió dos velas, como símbolo de las visitas apostólicas de los dos últimos Pontífices.
El Papa afirmó que la Eucaristía fue para el Santo de Pietrelecina “el misterio que constituyó el centro de toda su existencia: el origen de su vocación, la fuerza de su testimonio, la consagración de su sacrificio”.
Meditando sobre las lecturas del día de hoy, el Pontífice hizo referencia a una “fuerza positiva que mueve el mundo, capaz de transformar y renovar a las criaturas: la fuerza del amor de Cristo (…) no es esencialmente una fuerza cósmica, sino divina, trascendente. El Señor la manifiesta en su Pascua, en la santidad del camino que Él escoge para librarnos del dominio del mal”.
“En el misterio pascual –prosiguió– Jesús ha pasado a través del abismo de la muerte, porque Dios ha querido renovar así el universo: mediante la muerte y resurrección de su Hijo ‘muerto por todos’, para que todos puedan vivir ‘por aquel que ha muerto y resucitado por ellos’”.
Más adelante precisó la diferencia entre la fe de los discípulos y la fe de Jesús cuando Él calma la tormenta: “Su fe (de los discípulos) no es aún una fe firme, se está formando; es una combinación de miedo y de confianza; el abandono confiado de Jesús al Padre es cambio total y puro. Por ello es que Él duerme durante la tormenta, completamente seguro en los brazos de Dios”.