VATICANO,
En su homilía de las Vísperas con que inauguró el Año Sacerdotal esta tarde en la Basílica de San Pedro, el Papa Benedicto XVI resaltó que la misión de los sacerdotes "es indispensable para la Iglesia y para el mundo, que exige fidelidad a Cristo e incesante unión con Él, exige entonces que tendamos constantemente a la santidad como ha hecho San Juan María Vianney".
Este Año Sacerdotal, que se celebra en ocasión del 150 aniversario de la muerte de San Juan María Vianney, más conocido como el Cura de Ars; y al celebrarse hoy la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, Jornada de Santificación Sacerdotal, debe servir, según explicó el Papa ante miles de fieles en la Basílica de San Pedro, para recordar que "en el corazón de Jesús está expresado el núcleo esencial del cristianismo, en Cristo se ha revelado y se ha donado toda la novedad revolucionaria del Evangelio: el amor que nos salva y nos hace vivir ya en la eternidad de Dios".
El Santo Padre explicó luego que "en la carta dirigida a ustedes por este especial año jubilar, queridos hermanos sacerdotes, he querido poner bajo la luz algunos aspectos importantes de nuestro ministerio, haciendo referencia al ejemplo y a las enseñanzas del Santo Cura de Ars, modelo y protector de todos los sacerdotes, y en particular de los párrocos. Que este escrito mío les sea de ayuda y aliento para hacer de este año una ocasión propicia para crecer en la intimidad con Jesús, que cuenta con nosotros, sus ministros, para difundir y consolidar su Reino".
"¡Dejarse conquistar plenamente por Cristo! Esta ha sido la meta de toda la vida de San Pablo, a quienes hemos dedicado nuestra atención durante el Año Paulino que ya llega a su conclusión, esta ha sido la meta de todo el ministerio del Santo Cura de Ars, a quien invocaremos particularmente durante el Año Sacerdotal; y este debe ser el objetivo principal de cada uno de nosotros".
Tras recordar después que la "ciencia del amor" solo puede aprenderse en el "corazón a corazón" con Cristo, Benedicto XVI cuestionó: "¿cómo olvidar, a propósito, que nada hacer sufrir tanto a la Iglesia, Cuerpo de Cristo, que los pecados de sus pastores, sobre todo los que se convierten en 'ladrones de ovejas', los que desvían con sus doctrinas privadas, o los que los aprietan con lazos de pecado o de muerte?"
"También para nosotros, queridos sacerdotes, vale el reclamo a la conversión y el recurso a la Divina Misericordia, e igualmente debemos acoger con humildad la sincera e incesante exigencia del Corazón de Jesús para que nos preserve del terrible riesgo de dañar a quienes tenemos que salvar", agregó el Papa.