VATICANO,
Al celebrar la solemnidad del Corpus Christi, el Papa Benedicto XVI pidió a los sacerdotes dar un testimonio a los fieles de auténtica devoción a la Eucaristía tanto en la celebración del sacramento como en los momentos que dediquen a la oración ante el Santísimo.
El Pontífice celebró la Eucaristía en el atrio de la Basílica de San Juan de Letrán y posteriormente presidió la procesión eucarística hasta la Basílica de Santa María la Mayor.
En la homilía, comentó las palabras que pronuncia el sacerdote en el momento de la consagración: "Esto es mi cuerpo"; "Esta es mi sangre".
A los sacerdotes, pidió "¡ser Eucaristía! Que esto sea precisamente nuestro deseo y nuestro empeño constante, para que a la oferta del Cuerpo y de la Sangre del Señor que hacemos sobre el altar, se una el sacrificio de nuestra existencia. Cada día obtenemos del Cuerpo y Sangre del Señor aquel amor libre y puro que nos hace dignos ministros de Cristo y testigos de su alegría. Esto es lo que los fieles esperan del sacerdote: el ejemplo de una auténtica devoción a la Eucaristía; desean ver que transcurre muchos momentos de silencio y de adoración ante Jesús, como hacía el santo cura de Ars, que recordaremos de modo particular durante el inminente Año Sacerdotal".
"Conscientes de nuestra indignidad a causa de los pecados, pero necesitados de alimentarnos del amor que el Señor nos ofrece en el sacramento eucarístico, renovamos esta tarde nuestra fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía. ¡No hay que dar por descontada esta fe!", advirtió.
Asimismo, explicó que "hoy existe el riesgo de una secularización que va penetrando incluso dentro de la Iglesia, que puede traducirse en un culto eucarístico formal y vacío, en celebraciones carentes de esa participación del corazón, que se expresa en veneración y respeto por la liturgia".