SANTIAGO,
El Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile (CECh), Mons. Alejandro Goic Karmelic, señaló que la Iglesia puede "despertar más profundamente la conciencia solidaria del país, ante el sufrimiento de los más pobres y realizar acciones concretas y significativas".
Así lo indicó el también Obispo de Rancagua en una entrevista al cumplir hoy 30 años de su ordenación episcopal. Para festejar este aniversario celebrará esta noche a las 07:00 p.m., hora local, una Eucaristía en la Catedral de Rancagua.
En una entrevista publicada en el sitio web de la CECh, el Prelado destacó algunos aspectos de su vida como obispo desde su ordenación episcopal el 27 de mayo de 1979 en el Vaticano recibida de manos del Siervo de Dios Juan Pablo II.
"Desde mi ordenación le dije al Señor que nunca rechazaría nada que la Iglesia me pidiera, ni tampoco pediría nada. Eso me ha dado paz y gozo interior", señaló. "La vocación es un don de Dios. Desde los años de seminario y después, en toda mi vida sacerdotal y episcopal, he tenido la gracia de la cercanía de creyentes (sacerdotes, mujeres consagradas, diáconos y laicos) ejemplares en su fe, en su amor, en su entrega. De todos ellos he recibido mucho" añadió.
El Obispo comentó también que en todos estos años como Obispo "la fascinación por la persona de Jesucristo y su Evangelio ha sido esencial. Mi lema episcopal, 'Cristo es mi vida', marca mi ministerio. Es lo único que he anhelado y anhelo, más allá de mis fragilidades: que Cristo sea mi vida y el centro de todo. El amor a la Virgen María es fuente de espiritualidad. La figura de San Francisco de Asís me motiva y conmueve. El testimonio y coraje de San Alberto Hurtado es inspiración y fuerza. Y tantos hermanos y hermanas ya fallecidos y tantos que hoy me animan y sostienen".
Al hablar luego de sus dolencias, Mons. Goic indicó que "el sufrimiento, la enfermedad, es parte de la vida. Las cinco operaciones a la columna y otras operaciones son parte de mi historial clínico. Dios me ha dado la gracia de asumirlo con paz. En mi ya larga vida sacerdotal he visto a tantas personas con mucho dolor y sufrimiento, que el mío no es casi nada al lado de lo que padecen otros. Para los que aman a Dios todo es gracia".